A piece of my heart
Esta mañana, temprano, me he ido a jugar al golf, o intentarlo al menos. No iba con gran ánimo, estos deportes de coordinación no dan muchas alegrías cuando uno se inicia a una cierta edad, pero yo soy pertinaz, como la sequia, y no reblo, como dicen en Aragón.
He puesto la radio, por aquello de las noticias, y en las dos emisoras que he probado me he encontrado con debates políticos, y el debate político me produce hartazgo. Y el hartazgo es sinónimo de malestar.
Pertenezco a una generación que llegó a la edad adulta casi a la par que el país a la democracia, según algunos, no Aristóteles, el menos malo de los sistemas políticos; y durante años me he sentido tranquilo y orgulloso por formar parte de un país que vivía bajo tal amparo. Ahora, entrando en la edad pluscuamperfecta, los sesenta, me doy perfecta cuenta de que los sistemas políticos, con independencia de países o tiempos históricos, no son más que la envoltura, el disfraz, el señuelo que utilizan unas minorías para controlar, dominar, explotar a unas mayorías. La esperanza del ciudadano es que esas minorías no sean excesivamente depredadoras ni oprobiosas. Con semejantes premisas solo pude soportar un par de minutos en cada una de esas emisoras.
Cambié la sintonía a Rock FM. Había una canción en sus últimos acordes y no la pude identificar y, tras una pequeña pausa, empezó a sonar algo familiar. Aleluya! Aleluya! No, no era Leonard Cohen, el Aleluya lo pongo yo por Janis Joplin. Era Piece of myheart, ¡Sí señor! Junto con Somebody to love de Queens, para mí, las dos canciones en inglés que mas me emocionan. Pero Janis es más, Janis es drama, es más drama que la Paquera de Jerez, el ídolo de mi padre, lo era ya antes de morirse tan pronto. Los dos, mi padre y Janis.
A Janis la conocí de la mano de Joaquín Luqui, en los Principales creo, muy jovencito yo, adolescente, y después en casa de Carlangas, el más pudiente de nuestra pandilla gijonesa, con sala para fumar y música. Allí nos pillábamos unos colocones tremendos fumando los cigarrillos de Partagás que su padre se hacía llegar -te partían el pecho- y con los discos de su hermano mayor. La cosa duró hasta que Carlos cambió el gusto del Partagás por el de la grifa marroquí y pasamos, todos, a ser personas no gratas. Carlos sigue hoy con el mismo gusto, y los ojos más hundidos.
Entre los tesoros de aquella sala estaban el Libro blanco de Beatles, Credence; Crosby, Still, Nash and Young, y mi Janis Joplin. Había bastantes, más pero ya no me acuerdo.
Yo por aquel entonces estudiaba francés, o mejor, hacía como que estudiaba, y no me enteraba de lo que Janis decía en Piece of my heart, pero me impresionaba terriblemente, me llenaba los ojos de agua y, con el palpitar de mi corazón, me ponía a cantar con ella, sin saber lo que decía, como con el estribillo de Get on your knees, de los Canarios, ¡ESTRACTO DE POLLO EN LATA!!!! pero Janis le daba a su canción tal impronta dramática que te hacía sentir la necesidad de abrazarla aunque no supieses lo que decía.
Pasaron muchos años hasta que yo me metí con el inglés y la primera vez que oí a Janis y su Piece of my heart, con la letra en la mano, lloré. Lloré por ese día y por todos los otros que me emocioné con ella sin saber lo que decía. Y me quedé muy bien.
Hoy me he vuelto a emocionar, y he vuelto a cantar con ella -sólo lo hago cuando voy solo en el coche- y a sentir mi respiración agitada. Después, en el campo de golf, casi todo me ha parecido bien, y es que no hay nada como el Rythm and Blues y Janis Joplin para alegrarte el día.
https://www.youtube.com/watch?v=wYPiF4j9ts8
Comments
Post a Comment