El virus y los mayores
Beatrice Borromeo es una joven italiana que lo tiene todo;
pertenece a una de las familias más antiguas y adineradas de la aristocracia
del país, su padre es el titular del Palazzo Borromeo en una de las islas del
mismo nombre que se encuentran en medio del Lago Mayor y que son una de las
grandes atracciones turísticas de la zona. La chica, además, se ha casado con
uno de los Grimaldi e instalado en Montecarlo donde ha fundado una familia que
da mucho trabajo al papel couché. Todo esto lo completa con una notoria y
aplaudida carrera periodística en Italia.
Hace un par de días ha publicado una columna en la que se
muestra horrorizada por el hecho de que en un hospital milanés han puesto un
punto de clasificación de ingresos al modo de la sanidad militar; es decir, se
ordenan en función de las posibilidades de superación de la herida, en este
caso neumonía vírica, y se descartan para tratamiento aquellos sin
posibilidades. En el caso milanés son los mayores de 60 años; las UCI,s están
saturadas y hay que dar prioridades y los mayores, al parecer, no lo son
¿Horroroso? No lo sé.
En China, por lo visto en las telenoticias, no distinguían;
allí los mayores son la clave de la familia y de la sociedad, sería impensable
esa clase de discriminación; allí el régimen totalitario, muy eficaz en estas
situaciones, ha aplicado una cuarentena draconiana que ya empieza a dar sus
frutos con la caída de contagios; allí, además, el individualismo occidental no
existe y la población sigue religiosamente las consignas del gobierno. Allí la
libertad es otra cosa.
Descartar a los mayores, realzando así los efectos mortales
de la epidemia, tiene sus aspectos positivos para la macroeconomía. Por cada
mayor que desaparece también lo hace con él
una pensión y un gasto importante en la sanidad estatal, además, en
algunos casos, se produce un cierto rejuvenecimiento de las estructuras
laborales. La reciente medida de cerrar escuelas dará un ulterior empujón a la
situación pues muchos niños, portadores potenciales del virus, convivirán
muchas más horas con sus solícitos abuelos, potenciado así el efecto
multiplicador ¡Qué cosas¡
Hemos estado, y perdido, muchos días viendo los toros chinos,
y después los italianos, desde la barrera, ahora nos toca a nosotros y parece
que ciudadanía y autoridades reaccionamos como el resto del mundo, con pavor, y
me temo que, mientras se encuentran remedios farmacológicos que hagan frente al virus,
solo queda actuar a lo chino. Es lo que hay.
Raúl Suevos
A 10 de marzo de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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