La alegría cubana
Durante años escuché la cantinela de que los cubanos son
gente que está siempre muy alegre y yo, lo confieso, llegué a creérmelo puesto
que nada sabía por aquel entonces de esa isla maravillosa. Hace unos años me
tocó, por razones laborales, “disfrutar” del país durante un trienio y tuve
oportunidad de percatarme de cuál era la realidad cubana.
Cuba sufre un feroz régimen fraticrático –palabro por mi
inventado y que el corrector de word me denuncia como incorrecto- que quiere
decir que los hermanos, dos en este caso, ejercen el poder político de modo
omnímodo. Los hermanos Castro, Fidel y Raúl, uno ya, deo gratias, enterrado, y
el otro ladinamente escondido como secretario general del Partido comunista
cubano, pero ejerciendo el poder en la trastienda en un contínuum de ya más de
60 años, en los que han mantenido a sus compatriotas sometidos bajo un
estalinismo caribeño al que los intelectuales de izquierdas, en occidente, han
apadrinado y justificado sin tener para nada en cuenta a las personas que padecían
las consecuencias de ese yugo fraternal.
Los cubanos de a pie, esos que no pertenecen al partido ni
tienen relación familiar con la nomenclatura, emplean las horas del día en
sobrevivir, en “resolvel” el problema de llevarse algo a la boca cada día, como
ellos dicen con esa su forma de suavizar las erres. Y si para ello hay que
sonreír al turista, o lo que haga falta…pues se hace. Y si el turista no es lo
suficientemente perspicaz…o se lo hace, pues es su problema.
El número de señores y señoras de cierta edad que viajan
solos a la isla es sospechosamente alto desde que Cuba se abrió al turismo tras
la caída del Muro de Berlín, y la compañía que allí buscan les recibe con
sonrisas y aparente alegría. Unos y otros saben el tipo de contraprestación que
hay tras esa alegría. La misma del camarero que espera una buena propina o la
del taxista que te lleva a un piso donde comprar tabaco o carey a buen precio.
Todo es necesidad.
En el 2016, último año de la presidencia Obama, lo que
parecía una primavera política cubana y una esperanza de libertad se cortó
abruptamente y desde entonces política y económicamente las cosas no han hecho
sino empeorar. Hoy los cubanos pasan por un pequeño periodo especial, como
aquel que tras la marcha de los rusos trajo el hambre a la isla, algo menos
duro gracias a las remesas de los expatriados. Y los disidentes pasan una nueva
primavera negra de acoso y encarcelamientos, con la misma impunidad de los
tiempos de Fidel pero con menos repercusión en occidente tras el cambio de
política en la UE.
El coronavirus está poniendo de rodillas a todo el mundo. En
todas partes hay zozobra y temor; y se toman medidas para evitar lo peor. No en
Cuba, allí la directora de mercadotecnia del Ministerio de turismo invitaba
ayer a seguir visitando la isla, donde ya tienen varios positivos procedentes
de Italia, de donde siguen llegando turistas huyendo de la cuarentena nacional.
Todo sea por la divisa, aunque sea a costa de la salud de los isleños que no
cuentan ni con las medicinas ni con las infraestructuras para hacer frente al
virus, y me consta que la mayoría contemplan la posibilidad de la epidemia con
más pavor que si tuviesen un gobierno de coalición.
Y luego dicen que los cubanos son gente muy alegre.
Raúl Suevos
A 15 de marzo de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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