Otumba y la España de hoy
La batalla de Otumba tuvo lugar en ese lugar mejicano poco
después de la penosa retirada de Cortés y
sus hombres de la capital mexica, Tenochtitlán. Pocos, mal armados y con
muchos heridos, entre ellos el propio Cortés, se vieron en su huida rodeados
por el ejército azteca que, con independencia de las diferentes y exageradas
cifras que se han dado, los superaba de uno a diez. Era una crisis total y la
muerte parecía segura.
La sociedad azteca era opulenta y orgullosa para los cánones
de la época, y se sentía segura y sin enemigos que pudiesen dañarla, tanto es
así que las guerras que periódicamente llevaban a cabo, llamadas “florales”,
tenían como objetivo la captura de cautivos para los sacrificios humanos a sus
simpáticos dioses. Su aislamiento y ensoñación no les había preparado para la
llegada de una amenaza desconocida a la que no sabían tratar.
Moctezuma buscó conjurar el peligro con medidas de contención
que no dieron resultado y la expulsión española de Tenochtitlan fue solo un
espejismo. En Otumba, Cortés, que parecía derrotado, atacó directa y
personalmente la cabeza del ejército azteca, mató al líder y se apoderó de sus
enseñas. El ejército enemigo, sin ordenes, huyó despavorido y los españoles
pudieron retirarse a lugar seguro para un año más tarde conquistar la capital y
fundar la que hoy es la nación mejicana.
La sociedad española de hoy me recuerda a la mexica; creemos
que estamos seguros, que somos capaces, que poco o nada nos puede sacar de
nuestro ensimismamiento, de la siguiente ronda de cañas y docena de gambass,
pero la realidad es que somos igual de frágiles cuando carecemos de un guía,
cuando nos faltan instrucciones. Y lo estamos viendo estos últimos días.
Nos han estado vendiendo un prozac llamado medidas de
contención. Nos decían que el enemigo no era tan belicoso y que en su caso
teníamos recursos para derrotarlo sin demasiados problemas pero, como Cortés
tras la Noche triste, los positivos del coronavirus nos han golpeado en la
cara, especialmente en Madrid, en la capital. Pero aún con el crecimiento de
las malas noticias seguíamos tranquilos y felices, aún quedan gambas, hasta que
la evidencia nos abrió los ojos. Ministros positivos, el especialista en epidemias
ya no sale en la tele, las distintas administraciones decretando a su aire, en
algunos casos sin tener competencias para ello ¿Sálvese quien pueda?
¿Y el General en jefe? El líder por fin apareció para
tranquilizar a las tropas, y en las dos ocasiones en que lo hizo pudimos
apreciar como en los supermercados se producían escenas de acaparamiento
histéricos, tendremos memes de papel higiénico para años, y los madrileños
huían hacia la España vaciada. Es la constatación de que nuestro ejército, como
el azteca, se ha quedado sin dirección y que seremos derrotados por Cortés, por
el virus.
La epidemia pasará, con mayor o menor coste, pero vendrán
otras y la respuesta será similar porque nuestro problema es sistémico; nuestro
sistema político es deficiente y deja todo el poder en manos de unos líderes de
unos partidos que una y otra vez nos demuestran que no están a la altura de las
circunstancias pero que no están dispuestos a darnos una autentica
representación a los ciudadanos. Hoy somos más súbditos que nunca, también el Rey.
Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 14 de marzo de 2020
Versión en
asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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