Observatorio bolivariano en España



Venezuela tiene desde su mismo nacimiento una larga historia de caudillos militares. Bolívar, que cimenta su trayectoria en la traición a Miranda y la Guerra a muerte al español, ya dejó ver sus ideas totalitarias en sus proyectos de constitución para la Gran Colombia, Perú y Bolivia, en los que se reservaba la presidencia vitalicia. Después de él vendrían una larga serie de espadones, quedando solo para el gobierno civil una breve época en la segunda parte del siglo XX.
Hugo Chávez Frías llega al poder ganando unas elecciones libres, después de ser amnistiado –grave error- tras un intento de golpe de estado previo, y en cuanto se asienta en el Palacio de Miraflores inicia la transformación política del país cambiando la Constitución e iniciando una larga serie de victorias electorales, ya de más que dudosa limpieza, que le sirven para crear, con el petróleo por las nubes y el padrinazgo político de Fidel Castro, el bolivarianismo, también conocido como socialismo del siglo XXI. Una versión  caribeña del totalitarismo marxista.
El totalitarismo es un sistema que reúne todos los poderes bajo la égida de un partido político o caudillo, véase Cuba, controlando también las relaciones sociales por medio de la ideología oficial, que puede ser cualquiera. En el caso bolivariano muchos han sido los esfuerzos del chavismo para lograrlo y si no lo han conseguido no habrá sido por la emigración de millones de venezolanos, la miseria económica del país y la persecución de cualquier tipo de oposición.
¿Cómo se logra desde la democracia? Mediante un proceso progresivo de anulación o subordinación de los poderes del estado. El ejecutivo le pertenece por definición; al legislativo, si no se cuenta con votos suficientes, se le impide legislar y controlar al ejecutivo; en el judicial se van colocando jueces proclives en unos casos y se les amenaza en otros; al cuarto poder, la prensa, se le acosa o compra hasta someterlo y, al quinto, las Fuerzas Armadas, se le asocia al poder hasta convertirlo en cómplice; finalmente, a las masas populares se las seduce con subsidios que allí llaman misiones. El resultado de todo esto es la destrucción y ruina del estado y la conversión del sistema  político en simple tiranía.
En España tenemos ahora un gobierno sociocomunista con miembros que en múltiples oportunidades han manifestado su admiración por Hugo Chávez o Fidel Castro lo que debiera ser motivo de preocupación y vigilancia en relación con la posibilidad de que quisiesen emular a sus referentes. Hoy, por ejemplo, y amparándose en el estado de alarma, tenemos un Congreso bajo mínimos que ni legisla ni controla al Ejecutivo; en lo judicial, siempre pendiente de una reforma que le dé esa teórica independencia, descubrimos que Dolores Delgado trabaja para darle la responsabilidad de las investigaciones a los “independientes” fiscales en detrimento de los jueces ¡Bien!; la prensa no estaba pero, después de las subvenciones del gobierno, tampoco se la espera y a las redes tampoco y, finalmente, nos queda el Ejército que, Deo gratias, es un ejército europeo, moderno, apolítico y eficaz –aún lo sería más si contase con presupuestos adecuados- que, conforme a lo que marca la Constitución está mostrando a la ciudadanía que ahí está cuando se le necesita; la cuestión de las masas comienza a vislumbrarse con el anuncio de una próxima renta mínima vital.
Quizás habría que abrir un observatorio bolivariano. Nunca se sabe.
Raúl Suevos
A 16 de abril de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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