Virus y negocio
Roberto Saviano es un escritor y periodista italiano que
lleva ya unos cuantos años viviendo con escolta policial, exactamente desde que
escribiera la novela-ensayo Gomorra,
después aclamada película y más tarde seguidísima serie televisiva, ésta última
muy recomendable para estos días de confinamiento. En la obra Saviano nos
cuenta una historia de historias centrada en una familia de la Camorra
napolitana, del barrio de Scampería, cuyos famosos edificios de viviendas, le
Velle, estaban siendo demolidos cuando la epidemia estalló.
Hace un par de días, en La Repubblica, el diario italiano,
explicaba como la mafia, al contrario que muchos gobiernos que conocemos,
trabaja siempre por delante; hace prospectiva de negocio y se mueve en clave
internacional. Por otra parte, las mejoras en el control de capitales hace
tiempo que les ha obligado a lavar su dinero de la suciedad de su origen y por
eso han diversificado su negocio entrando solapadamente en las grandes
corporaciones.
Estos días asistimos al paroxismo de febriles compras de
material sanitario, mascaras, batas, guantes, ventiladores, etc. en todos los
lugares del mundo donde se pueda conseguir; y en muchos de esos lugares nos
enteramos de que se rompen tratos y hay cargamentos que cambian de destino en
el último minuto. Movimientos llamativos que requieren de contactos y dinero,
los dos elementos que mejor conocen esas organizaciones que se mueven en la
parte oscura de la sociedad. ¿Llegaremos a enterarnos de lo que hay detrás?
Ahora, parece ser, entramos en la segunda fase, medicamentos
y vacunas. Entre los primeros ya nos hemos familiarizado con la Cloroquina y la
Hidroxicloroquina; todos las buscan, y escasean, y su precio se dispara
mientras crece el número de los dispuestos –gobiernos incluidos- a pagar lo que
haga falta. Situación ideal para negocios de perfiles indefinidos; tras ellos
llegará la fase de la falsificación, en la que es probable que ya nos
encontremos; y cuando superemos este periodo, y aparezca el primer ensayo
exitoso, entraremos en la batalla de las vacunas, que serán forzosamente
escasas al inicio. Tiempos gloriosos para delincuentes con organización y
previsión y tiempos también para que las fuerzas de la ley estén atentas.
Aquí las cosas parecen menos industriales, más pedestres, más
de andar por casa. Los camellos se adaptan y quedan en los supermercados,
lugares fuera de sospecha, en una esquina del fondo, a ser posible con ángulo
muerto de las cámaras y sin importarles si en el estante donde se intercambia
la bellota por los euros se exponen compresas o leche desnatada. Lo importante
es el negocio, tanto que para mantenerlo los buenos jefes se preocupan por la
salud de sus subordinados, aunque sean fuera de la ley, y así vemos a esos
porteadores de los fardos de hachis desde la lancha en la playa que van todos
dotados de mascara y guantes, no como nuestros desamparados sanitarios. País.
Raúl Suevos
A 3 de abril de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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