Invasión en Venezuela
Las costas de Venezuela, la Tierra Firme, como se conocía en
tiempos de la Corona Española, tiene una riquísima historia de invasiones de
mayor o menor enjundia. Las más sangrientas fueron las de los piratas en La
Guaira, la puerta de Caracas, para saquear esta ciudad. La que ayer se anunció
por parte del gobierno de Maduro pareciera con la misma intención si no fuera
porque produce sonrojo.
Más al oeste de La Guaira se encuentra Puerto Cabello, de
siempre el más importante del país, dominado por el Fuerte de San Felipe, aquel
que perdiera el joven coronel Simón Bolívar, causando con ello la derrota del
Generalísimo Francisco Miranda a quien el joven trepa traicionaría para salvar
su piel y así poder seguir su camino hacia la gloria; pero ayer tampoco
invadieron Puerto Cabello.
Unos años antes de lo de Bolívar, Miranda, el primer
hispanoamericano[i], había intentado
una invasión en Coro, aún más al oeste y de menor importancia. En un
intento anterior, con una flota de tres barcos, perdió dos y logró escapar de milagro en
el Leander, bautizado con el nombre de su hijo, para Trinidad. Desde allí
intentaría la de Coro, en 1806, con la pretensión de levantar
una población que había abandonado la ciudad antes de su llegada. Ya no
regresaría a Venezuela hasta que fue llamado por la Junta caraqueña para ser
nombrado Generalísimo; entrando entre aclamaciones en diciembre de 1810 por La
Guaira, donde le esperaba el felón Bolívar.
La invasión de anteayer no tuvo tanto glamur; de hecho casi
nada se sabe sobre el a dónde, cómo, cuándo y por qué, que son las preguntas
clave de cualquier acción militar que se precie. Ni siquiera se conoce si
participó alguna de las fragatas sobrevivientes de aquellas construidas por
Navantia y cuyos 42 millones de comisiones son buscados ahora en un juzgado de
la Plaza de Castilla madrileña.
Quedan ochos cadáveres sin clara identificación, una lancha
hundida, algo de armamento ligero y la sospecha de que se trate de lo que en
Colombia se conoce como “falsos positivos”, es decir, llamar insurgentes a los cadáveres
de unos desgraciados que pasaban por allí o fueron eliminados por otras
razones. Es posible que, por mucho que grite contra el Imperio Diosdado
Cabello, el número dos del régimen, tardemos en conocer los entresijos de esta
operación.
El asunto venezolano parece estar muy caliente. Tanta noticia
en estos últimos días, de un signo u otro solo pueden ser indicadores de que
los días de Maduro[ii] pueden
estar llegando a su punto final como dirigente del país. Todos parecen esperar un
movimiento de Vladimir Padrino, el jefe de las Fuerzas Armadas venezolanas y
alguna prensa señala posibles destinos para el exilio del presidente. Veremos
qué pasa.
Raúl Suevos
A 4 de mayo de 2020
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