War is a racket
Así, en inglés; ese es el título de un librito que no me
consta que haya sido traducido al español, pero que se puede descargar de
internet. La Guerra es un latrocinio, o una estafa, como se prefiera. Lo
escribió nada menos que el oficial más condecorado de la historia de los Estados
Unidos, el General Smedley Butler, tras cuarenta años de servicio que terminó
como Comandante en jefe del Cuerpo de Marines; después aún serviría unos
cuantos años como senador a su país.
Dice el general Butler que pasó su juventud combatiendo por llevar
la libertad a los países de Hispanoamérica; Nicaragua, Cuba, Méjico, Honduras,
también Haiti, fueron los escenarios donde, con la escusa de la libertad, acabó
defendiendo los intereses de los banqueros de Wall Street, la United Fruit
Company o la Standard Oil. También llegaría a China y, sobre todo en los campos
europeos como combatiente de la Primera Guerra Mundial.
Es en ésta última donde incide en el reparto de roles, los
empresarios y procuradores arriesgando sus capitales para lograr grandes
beneficios y los soldados, los de siempre, los de “aquí la más principal hazaña
es obedecer” poniendo en juego sus vidas o la integridad de sus cuerpos. Cuenta
Butler grandes operaciones de compras para el Ejército que nunca llegaron a los
teatros europeos, o simplemente que por fallos de diseño eran inutilizables,
cuenta también como legisladores sin escrúpulos recortaron abusivamente los
beneficios de las pólizas de seguro de los combatientes. Un latrocinio; el
mismo escenario de siempre. Los excombatientes no interesan.
En España estamos ahora en guerra. No es una guerra con
ejércitos acorazados, ni bombarderos de última generación; es una guerra contra
un enemigo minúsculo capaz de colarse por los menores resquicios y que, aunque
mata menos que las guerras convencionales, puede producir más pánico que estas.
Es una guerra también porque nuestros políticos han decidido que ésta sea la
terminología en la que debemos desenvolvernos y, como todas las guerras, tiene
además una clara línea de frente definida.
Son los hospitales, con independencia de su dimensión y
ubicación, la trinchera desde donde se combate el virus, el enemigo, y allí,
como contaba el general Butler, los soldados están desasistidos, como siempre,
como en una guerra cualquiera. También aquí encontramos compras con intermediarios
de filiación desconocida; materiales que no cumplen con las especificaciones
requeridas para que nuestros soldados de verde puedan defenderse. ¿Imaginan
enviar al combate a un soldado con casco de plástico?
Los soldados del general Butler luchaban convencidos de que
lo hacían por su país y por la libertad pero la realidad es que solo eran
peones de los juegos que llevaban a cabo políticos alejados de la trinchera y
capitalistas ávidos de hacer negocio. Ahora puede pasar lo mismo con nuestros
sanitarios y no me parece que en el siglo XXI esto sea aceptable.
Raúl Suevos
A 10 de mayo de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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