Españoles en Cuba
Desde que se inventó el mando a distancia el zapeo es una
actividad que practica la mayor parte del personal cuando no le convence lo que
la pantalla del televisor le ofrece; y yo también tengo esa costumbre que ayer
me llevó a caer en un programa de la que hace tiempo era nuestra única cadena
televisiva. Españoles por el mundo se llama y ayer nos ofrecía la vivencia
cubana de una serie de connacionales.
Me impactaron las imágenes en dos aspectos particulares, el
personal y el espacio físico. Respecto al primero no dejaba de llamarme la
atención que todos, ellos y ellas, estuviesen felizmente casados o emparejados
con naturales del país, notoriamente más jóvenes, y por lo tanto fuesen
residentes fijos en el mismo; hecho este que pudiera estar detrás de la
prudente ausencia total en sus manifestaciones sobre la situación política y social
del país.
Siguiendo sus explicaciones pareciera que en lugar de vivir
en La Habana se encontrasen disfrutando de unas continuas vacaciones en la
Isla; no parecía existir ningún tipo de dificultad para desarrollarse como
personas llevando una existencia plena. El marco espacial iba desde unas
maravillosas playas de aguas turquesas a los rincones urbanos más llamativos y
hermosos de la ciudad en los que todas las casas mostraban unas esplendidas
fachadas pintadas recientemente. Todo parecía alegre y atractivo, era difícil no
sentir envidia viendo la completa felicidad en la que todos parecían
desenvolverse.
El reportaje o documental no debió encontrar tiempo para
pasar por esas otras calles de La Habana Vieja o Centro en las que no se pinta
una fachada desde que en 1959 llegase Fidel Castro a la ciudad, ni se lleva a
cabo ningún mantenimiento; calles en las que cada vez que se producen lluvias
torrenciales, frecuentes en el Caribe, los vecinos rezan a la católica Caridad del Cobre o al Babalú santero para que no sea la suya una de las casas que se
derrumben en esa ocasión.
Tampoco hubo ocasión de que nos mostrasen en esas calles no
agraciadas por los trabajos de restauración de Eusebio Leal, el insigne
Historiador de La Habana, alguno de los muchos “salideros”, así llaman a los
escapes de aguas fecales que hasta los ciegos reconocen por el picante y
desagradable olor con el que te asaltan; y es que la red de aguas la construyó
el general Albear en el S. XIX, y ahí sigue, la red, y su estatua enfrente del
Floridita. No debía ser apropiado para un programa tan atractivo.
Se habló de cuentapropistas, equiparándolos a nuestros
autónomos, pero no se contó como aquellos tienen que luchar contra las trabas
legales de todo tipo, que buscan que nadie supere el nivel de subsistencia por
el temor cerval que la dictadura tiene a que ningún grupo alcance una mínima
independencia económica. Se trata de mantenerlos a todos sumisos y
dependientes.
Tampoco se habló de cómo los cubanos, pese a que Obama en su
última semana anuló la Ley de Ajuste cubano que les permitía adquirir la
residencia de forma casi automática, siguen buscando todo tipo de sistemas para
abandonar la isla en busca de una vida mejor, como hacían los alemanes del
Berlín oriental, o varios millones de venezolanos en los últimos tiempos. La
vida en Cuba era maravillosa en este reportaje.
Los años que viví en la Isla me sirvieron para conocer la
realidad de su presente y para estudiar el pasado que lo construyó. Me chocaba
ya entonces, hace aún pocos años, la visión edulcorada que transmitía nuestra
televisión estatal que, en cierto modo, sirve para que la mayoría de los
españoles siga manteniendo una imagen que está muy lejos de ser la real. Sigo
sin entenderlo.
Raúl Suevos
A 24 de junio de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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