Trump y el realismo en política exterior
En el campo de las relaciones exteriores se reconocen dos
doctrinas principales, la realista y la idealista. La primera, definida durante
la Guerra fría por Hans Morgenthau, afirma que el objetivo debe estar en mantener
el statu quo, sobreentendiendo que se cuenta con la condición de líder mundial
como era el caso de los EEUU. La segunda en cambio declara que el objetivo debe
estar en la difusión de los valores de los EEUU, es decir, la democracia y los
derechos humanos, según ellos.
La realista acepta el uso de las llamadas proxy wars –guerras
por delegación- y el apoyo a golpes de estado si con ello se evitan males
mayores, recuerden el caso de Chile y Salvador Allende. El más famoso, y para
algunos odiado, ejecutor de esa política fue Henry Kissinger que tuvo que
lidiar con una URSS muy beligerante y una China no menos activa. El tiempo
parece darle razón en el cómputo global de sus aciertos y errores.
La idealista tuvo su principal paladín en Jimmy Carter y su secretario
de estado Cyrus Vance, y supuso una sucesión de repliegues y meteduras de pata
que solo generaron pérdida de prestigio a los EEUU y de vidas y libertad a
millones de personas allá donde regímenes comunistas triunfaron, como en
Etiopia, por ejemplo. Hoy Carter es un gurú de los derechos humanos en
determinados foros pero su presidencia no parece haber dejado buenos recuerdos
en su país.
Los EEUU cuentan con una posición geográfica única. Lo
defienden dos océanos y ellos han construido una tupida red de bases navales y
acuerdos de defensa con aliados –la gaditana Rota es un ejemplo- que les
permiten una proyección avanzada de su poder aeronaval, hoy bastante reducido
con respecto al de hace unos años. Sus consejeros de estado mantenían una
tradición de profundo conocimiento del mundo y su historia que apoyaba la
acción de sus presidentes. Hoy parece que eso se ha terminado.
Hace unos días nos llegaba a los telediarios la imagen
temblorosa de Donald Trump durante su intervención ante los cadetes de West
Point, los futuros oficiales del Ejército USA. Nada se dijo del discurso; un
discurso terrible, tremendamente nacionalista aunque normal y lógico dado sus
oyentes, con una larga relación de hipermodernos sistemas de armas en
producción que iba dirigida a los oídos de sus adversarios y, lo más importante, una implícita declaración
de aislacionismo que no hace sino confirmar sus últimas acciones; retirada de
9500 militares de Alemania, abandono de sus aliados en Siria, etc. todo parece
indicar que viene un periodo de inacción norteamericana –política irrealista-
que dará alas a sus oponentes, Rusia y, especialmente, China, con penosas
consecuencias a medio plazo para todo el mundo.
En noviembre hay elecciones en los EEUU. La opción Trump es
para temblar pero un Joe Biden de 78 años tampoco tranquiliza. Habrá que estar
atentos a los vicepresidentes.
Raúl Suevos
A 18 de junio de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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