Luces de fin de año
Se encendió ayer tarde en Gijón lo que antes se conocía como iluminación navideña y que a mí, actualmente, me da un cierto reparo seguir llamando de ese modo. Se decidió adelantar la fecha por aquello del bicho que nos pandemiza estos días, para subir la moral dicen, y coincidiendo, por aquello de los decretos del Principado, con la reapertura del pequeño comercio, tan maltratado en las semanas previas.
Esa iluminación hace tiempo que se asocia a la alegría que trae la Navidad y las compras con ella relacionadas; cada vez menos se relaciona con las conmemoraciones de la Iglesia Católica y solo habría que echar un vistazo al escuálido aforo que acude a la Misa de Gallo tras la cena de Nochebuena, antaño cita obligada para muchas familias y tras la cual, en los pueblos y también en los barrios, al menos así lo experimenté en Cimadevilla, los jóvenes adolescentes acudíamos a las casas de las muchachas en tropel para festejarlas y ser agraciados con generosas libaciones por los padres de las visitadas. Eran otros tiempos y supongo que ahora las flamígeras redes se encargarán de reemplazar aquellas costumbres hoy obsoletas.
En la observación de los adornos luminosos me llamó la atención la ausencia, total por lo que yo vi, de referencias a la tradición religiosa de las fechas; motivos geométricos, estrellas de nieve, lamparones de cristal, tulipas de lámpara gigante, etc. un papá Noel gigante en San Miguel, unos hermosos carbayos blancos en el muro, que supongo pretenden ser guiño a la ascendencia céltica de la región, y pare usted de contar. Poca o nada de Navidad.
En el muro del Campo Valdés, a la altura de la iglesia de San Pedro, hace ya días que habían instalado un cartel luminoso, tapado para mantener la curiosidad, pensé yo, aunque convencido de que sería algo parecido a “feliz 2021”, que en esta oportunidad falta hace, pero confieso que mi sorpresa anoche fue mayúscula. La frase elegida ha sido “todo saldrá bien” que no deja de ser un sarcasmo cuando en estas fechas llevamos casi mil fallecidos directos por el coronavirus, más los indirectos imputados a otras causas pero que tienen detrás la saturación hospitalaria provocada por la pandemia. No, no todo saldrá bien. No ha sido una buena elección el lema, ni tampoco la ubicación que induce dudas sobre quién está detrás de tal afirmación.
Por otra parte conviene no dejarse llevar, una vez más, de la euforia que las fechas y la mejora de las cifras de la pandemia provoca pues detrás de ellas podría estar agazapado el fantasma de la tercera ola.
Raúl Suevos
En Gijón a 28 de noviembre de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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