La transparencia de la mujer del Cesar


Me gustaría poder mostrarme sorprendido con las noticias que estos días vienen apareciendo sobre la administración de vacunas a personas o personajes que se encuentran muy lejos de responder a los criterios generales para recibirlas. No me sorprende, la verdad, y supongo que algunos, al enterarse, intentarán ser comprensivos apelando a la vieja picaresca española. Pero no debemos engañarnos, estamos en el siglo XXI y aquella ya no sirve para justificar nada ni a nadie.

Las noticias llegan desde casi todos los rincones del país. Desde Ceuta hasta Bilbao, pasando por las costas mediterráneas para llegar a la califal Córdoba, sin olvidar Aragón, en una nueva versión, quizás más mezquina, del viejo “usted no sabe con quién está hablando” que ahora intenta justificar su inclusión, sin tener derecho a ello, en las listas de los vacunados. La historia de las epidemias está cargada de momentos heroicos y de otros en los que el miedo, algo muy personal, lleva a cometer acciones de las que algunos se arrepienten el resto de sus vidas, aunque otros habrá que encuentren justificaciones inverosímiles que les permitan dormir tranquilos por la noche.

A mí las noticias que más me duelen son las que llegan de la jefatura del Estado mayor de la Defensa en donde su comandante y algunos otros jefes, amparándose en un protocolo que ellos mismos diseñaron y aprobaron, han tenido también acceso a las perseguidas y escasas vacunas. Al parecer su salud es tan importante para el sistema como la de los sanitarios de defensa y supongo, claro, que antes habrán vacunado también a todo el personal de la Brigada de sanidad, aquella que disolvieron no hace mucho y hoy es solo Agrupación, o que hayan protegido previamente al personal de la UME que trabajó, y volverán a hacerlo, en apoyo a las estructuras sanitarias, o al resto de soldados de diversas unidades que también lo hace en todos los rincones del país; o a los guardias civiles, aquellos que todos los días intentan ser “un pronóstico feliz para el afligido” siguiendo lo marcado en su vieja cartilla. Espero que las explicaciones que la ministra ha exigido sean convincentes.

Toda esta tormenta se desarrolla cuando en el Consejo de transparencia y buen gobierno se suceden los ceses mientras se trata de atajar el descredito del organismo, supuestamente independiente, ante la opacidad del gobierno en casi todas sus áreas pero, especialmente, en lo que atañe a la jefatura del mismo, cuyas actividades, viajes, visitas acompañantes, etc. se cubren con la declaración de secreto para evitar la más mínima divulgación, al mismo tiempo que se exige a la Corona, intachable en la figura de don Felipe VI, una mayor fiscalización en todos sus actos. Cosas verédes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras.   

Raúl Suevos

A 22 de enero de 2021

Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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