Melancolía en "el Gijonés" de La Habana

 

En la parte alta del Paseo de Prado, casi en la esquina con el Parque Central, corazón vital de La Habana, se encuentra un edificio neoclásico, porticado y de cuatro plantas, en el que se ubica, desde que Fidel Castro expropiara sin indemnización al Centro Asturiano, la Asociación de Entidades asturianas. Allí llegaron cuando, tras muchas presiones, les concedió graciosamente este inmueble que perteneciera a un club norteamericano y que ahora alquilan parcialmente a restauradores, como en el caso del “Gijonés”.

Las pérdidas no eran comparables, ni de lejos, y entre ellas estaba el magnífico edificio construido por Manuel del Busto en el que hoy se muestran las colecciones del Museo nacional de bellas artes, también producto de la rapiña del comandante en su delirio nacionalizador. Este inmueble, restaurado con caudales asturianos en tiempos de la presidencia de Tinín Areces, aún mantiene todas las señas de asturianía con las que su creador Del Busto lo dotó.

En el Gijonés, a poco de llegar a Cuba, en el 2010, tuve ocasión de participar en una actividad de la embajada en la que conocí a un asturiano. Aparentaba más de ochenta años pero, allí, las apariencias son engañosas y probablemente sería más joven. Había llegado a La Habana un par de años antes de que el Comandante expulsase a Batista y “mandase parar”. Con tan mala fortuna –eran sus palabras- que había encontrado el amor y fundado una familia poco antes de la arribada de los barbudos, lo que le había mantenido allí, dejando pasar todas las oportunidades de retorno y, entonces, dependiente de la magra pensión cubana y de los ochenta euros anuales que, en forma de subsidio, España le hacía llegar y que, aunque parezcan pocos, llevaban a muchos compatriotas a desplazarse desde Santiago en un penoso viaje de dos días, pues esa cantidad representaba el sueldo medio de cinco meses. 

No sé qué habrá sido del asturiano aquel; nada bueno supongo. En Cuba, y tras el espejismo de Obama, las cosas hoy están mucho peor que entonces. La penuria no llega a la del “periodo especial” pero la búsqueda de la proteína es la principal ocupación del cubano de a pie. La represión, en forma de arrestos domiciliarios, golpizas en comisaría, acoso a periodistas independientes y encarcelamiento de disidentes vuelve a ser lo habitual en todo el país. El Virus tampoco respeta a la isla y, pese al amaño de las cifras, la epidemia crece exponencialmente ahuyentando a los imprescindibles turistas. Solo las remesas de los expatriados y el pago por los médicos que Cuba envía fuera suponen un ingreso para el gobierno. Pero no es suficiente, y hasta Angola, siempre fiel, acaba de retirarles el encargo de construcción de una carretera por incumplimiento de contrato.

El peso convertible, segunda moneda y un desatino económico en su momento, ha sido eliminado, lo que supondrá, vía corrupción, ingentes ganancias para algunos y la ruina para otros; pero esta operación está dando la oportunidad de comprobar cuál es el verdadero valor de la economía isleña puesto que, con un valor oficial del dólar de 24 pesos cubanos, la afanosa búsqueda de la divisa yanqui hace que esta se pague en la calle a una media de 40 pesos, llegando a picos de 50, lo que nos da muestra de la realidad cubana y condena a aquellos que no tienen oportunidad de acceso a las divisas extranjeras a una penuria que raya en la miseria.

Nuestro asturiano tendrá que seguir esperando el subsidio de la patria, y todos los cubanos la desaparición de Raúl Castro puesto que, aunque lo tenga todo bien atado, tras él vendrá la desbandada del régimen, como siempre ocurre en estos casos, aunque la reciente inclusión del país por el gobierno Trump en el listado de estados terroristas no creo que ayude.

Raúl Suevos

A 16 de enero de 2021

Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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