Margarita no duerme pensando en Afganistán
La verdad es que Margarita Robles, la ministra de defensa, no ha dicho eso; ella se ha descolgado comentando que teme “un retroceso en materia de derechos humanos” en Afganistán con la llegada de los talibanes. Y se ha quedado tan ancha. Y como si eso no fuese suficiente añade que ha propuesto a la OTAN que se sigan manteniendo relaciones con el gobierno afgano ¿Qué gobierno habrá cuando los talibanes entren en Kabul? Para que se sigan sosteniendo las políticas sociales. ¡Dios mío¡ Qué alivio.
Me pregunto si la señora Robles no fumará algo, aunque lo dudo, sería un cante en los pasillos de Defensa, aunque bien podría hacerlo en su casa, cuando es dueña de su soledad. Solo así, con algo que le potencie los delirios cerebrales, me puedo imaginar a doña Margarita soltando semejantes banalidades a estas alturas de la película.
Todo el mundo sabía que Biden quería irse de Afganistán, lo había prometido –Sí, ya sé lo que valen las promesas de los políticos pero, a veces, acuérdense de Zapatero en Iraq, cumplen, aunque sea para generar mayor follón- y desde el primer día en la Casa Blanca siguió insistiendo, de modo que, los comparsas, como España, tenían la obligación de estar al tanto.
Que Afganistán volvería a ser un sindiós, en este caso un sindiós talibán, aunque estos elementos se esfuercen por imponer un Dios iracundo, colérico y vengativo, lo sabían hasta los estudiantes de primero de políticas, así que las manifestaciones de doña Margarita suenan a necesidad de rellenar páginas agosteñas, algo que, por otra parte, es típico de nuestros veranos pero, habiendo campo, podía haberse ido a segar en otros trigales.
Nos vamos de Afganistán, los españoles, y nada se sabe de lo que sucederá con aquellos afganos que trabajaron para nosotros como interpretes o en funciones auxiliares. No sabe o imagina, o no quiere saber ni imaginar doña Margarita cuál será su destino y el de sus familias pero, lo más probable es que su existencia, caso de caer en manos de los talibanes, sea bastante precaria, por no decir mínima, por evitar decir que la muerte es el destino más probable.
Los Estados Unidos han puesto en marcha un programa para acoger a sus varios miles de colaboradores, incluyendo a sus familiares, que dicen que marcha con peligrosa y desesperante lentitud para aquellos que esperan la concesión del esperanzador visado. En el caso español no parece que exista ninguna iniciativa al respecto pero a nuestra ministra, sin duda aburrida ante las buenas relaciones internas del gobierno o la buena marcha de la pandemia, le ha llegado ahora la preocupación por el posible retroceso de los derechos humanos en Afganistán. A buenas horas mangas verdes.
Raúl Suevos
En Gijón a 9 de agosto de 2021
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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