Una brújula estratégica para no salir de casa
Se habla mucho estos días de la Defensa Europea, y ello es
debido a una tribuna publicada por el señor Borrell, en pocas palabras ministro
de Defensa y Asuntos Exteriores de la Unión Europea, en la que da cuenta del
estado del documento político conocido como Brújula Estratégica. Documento
político llamado a ser la cruz y señal de la acción exterior europea en los
próximos años.
El documento fue encargado por el Consejo Europeo en 2020,
durante la presidencia alemana, y será estudiado y muy probablemente aprobado
en 2022, durante la presidencia francesa, es decir, viene con el padrinazgo de
los dos jefecillos de la Unión y, por lo tanto, no debería tener problemas para
salir adelante.
En él se habla de asociaciones de seguridad, NNUU, OTAN,
OSCE, etc; también de desarrollo de capacidades, donde se contempla el
desarrollo de importantes fondos para potenciar la industria e investigación en
defensa; de resiliencia, es decir, y para que nos entendamos, la capacidad de
resistencia ante la adversidad; y, finalmente, la gestión de crisis, es decir,
la intervención exterior, de la que la reciente crisis de Afganistán es
detonante de la muchas discusiones de estos últimos tiempos.
En la tribuna del señor Borrell casi todo el personal se ha
quedado con la copla de la Fuerza de intervención rápida de 5000 combatientes
que, supuestamente, estaría a disposición de la Comisión para poder intervenir
en plazos lo suficientemente cortos como para poder evitar el bochorno al que
asistimos en Kabul; en parte debido a la falta de información previa aportada
por nuestro socio y “protector” principal, los EEUU.
En el aspecto conceptual nada que objetar a la “Brújula”,
sobre todo si tenemos en cuenta que desde Javier Solana para acá, exceptuando a
la zorra que los británicos metieron para vigilar el gallinero, la baronesa
Ashtom, todos los Altos representantes desarrollan un nuevo concepto
estratégico. Borrell no tenía por qué ser menos y su “paper” tampoco tiene por
qué ser más.
En fuerzas de reacción tenemos ya recorrido. Del acuerdo de
Saint Malo entre Chirac y Blair en el 98 salió una de 60000 militares, nada
menos ¿ustedes la vieron? Después, en 2003, en otro “papelín” del Consejo se
crearon los Battle Groups, de 1500 combatientes y que, aunque fueron desarrollados
y puestos a disposición por las naciones, nunca hasta hoy han sido empleados.
Ahora viene esta nueva fuerza de 5000 elementos, más compleja y con más
capacidades y, me temo, igual de rápida que las anteriores.
Mientras la UE no se desarrolle a sí misma en cuanto a
capacidades políticas en relación con la defensa no habrá nada que hacer. La
decisión final de empleo, con sus tiempos y procedimientos, en nuestro caso en
la Ley orgánica 5/2005 de Defensa Nacional, y es de suponer que en el resto de
las naciones europeas será similar, descansa en las propias naciones.
Si Joseph Borrell quiere tener una fuerza de intervención
real que sea empleada con el único requisito de su aprobación por el Parlamento
Europeo tendrá que crearla él mismo, al modo y manera como se ha hecho en
tiempos brevísimos con la Agencia de fronteras, Frontex, todo lo demás, como
esta brújula, sólo sirve para no salir de casa.
Raúl Suevos
En Gijón a 22 de noviembre de 2021
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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