La vuelta de Biden
La llegada del presidente Biden a la Casa Blanca es sin duda una de las más convulsas que recuerda la historia de la joven república norteamericana. Una reñidísima contienda electoral con el histriónico presidente en cargo, Donald Trump, y los resultados no aceptados por éste, dieron pie para que una multitud de seguidores del mal perdedor, con mayoría de supremacistas de distinto tipo entre ellos, asaltase la sacrosanta sede de la democracia estadounidense, el Congreso de Washington. Uno de los días más oscuros de esa gran democracia y, por el momento, líder mundial.
Los primeros meses de su presidencia se han visto emborronados por la mala gestión de la retirada de Afganistán, desastre en el que cooperaron, cada uno a su nivel, la mayoría de naciones implicadas en aquella operación, incluida la nuestra. Las imágenes del aeropuerto de Kabul parecían destinadas a formar parte de las desgracias gráficas del gran país, junto a las Torres gemelas y el propio Congreso. Era el anuncio, para muchos analistas, de una presidencia probablemente fallida. Hoy la imagen del presidente Biden parece otra.
La gestión de la crisis de Ucrania, ahora ya invasión, parece haber sido más que aceptablemente llevada por él, al menos por el momento. Por primera vez la inteligencia yanqui ha ido desvelando las informaciones sobre lo que haría el ruso Putin con varios días de avance, algo novedoso por cuanto la teoría previene de hacerlo por el peligro que supone para las fuentes. Nada le ha importado a Biden, que al hacerlo también arriesgaba su credibilidad en el caso que los rusos no atacasen. La invasión le ha permitido volver ante sus conciudadanos y socios en Occidente como alguien que sabe perfectamente lo que lleva entre manos.
La posición de Biden nos llega como una muestra de medida prudencia y energía al mismo tiempo, poniendo en evidencia la deriva de Putin, que recuerda peligrosamente a la actitud de Hitler en los periodos previos al estallido de la Segunda Guerra mundial. Las sanciones económicas, con carácter claramente progresivas, y que hoy ha anunciado desde Washington dejando para mejor ocasión la expulsión rusa del sistema SWIFT, es probable que no supongan efectos inmediatos, sino a medio y largo plazo pero, los socios de la OTAN, a los que se ha referido Biden repetidas veces durante su conferencia de prensa, es seguro que se sentirán reconfortados al apreciar que existe un líder en occidente que está dispuesto a responder en tiempo y forma a los abusos y desprecios a las más elementales normas de convivencia internacional que Putin está llevando a cabo y ello con independencia de que algunos quisieran ver a la OTAN entrando en el oeste de Ucrania.
No podemos, desgraciadamente, esperar nada de NNUU con el bloqueo de su Consejo de Seguridad y su historia de inoperancia cada vez que una de las grandes potencias está implicada en el problema y, mientras Bruselas hace cábalas, nos queda la alegría de ver que Biden, que achacó la limitación en las sanciones a los socios europeos, está de vuelta y es lo único a lo que podemos agarrarnos ahora.
Raúl Suevos
A 24 de febrero de 2022
Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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