La Comunidad del anillo, europea
En la sociedad opulenta en la que habitamos, o eso creemos,
es cada vez más inhabitual que nos acerquemos a realidades desagradables. La
actual pandemia, sin llegar a ser la peste medieval, nos ha recordado la
permanente vigencia de los cuatro jinetes del apocalipsis, con un escape a la
esperanza representado por el caballero blanco. La guerra, a lomos del caballo
alazán, nos visita, o visitaba, cada vez más esporádicamente, y siempre lo
hacía en escenarios aparentemente lejanos; incluso la terrible guerra civil
yugoslava, en la que nuestros soldados participaron bajo la bandera ONU y la de
la OTAN, nos parecía que era cosa de otros tiempos y lugares; asuntos de
trasnochados comunistas. Más recientemente, aún hoy, nuestros militares
despliegan en el Sahel, la Extremadura de Europa, pero no queremos enterarnos
de que nos afecta, y lo hará en mayor medida con el paso del tiempo. Somos
Occidente, el primer mundo, la guerra no va con nosotros.
Es por todo ello, quizás, que entre nosotros triunfan las
sagas de aventuras ambientadas en épocas ahistóricas, como el Juego de Tronos,
o la anterior y quizás de valores más profundos, el Señor de los anillos, en el
que conocimos una Comunidad del anillo de profundo ideal defensivo, con la que
todos nos sentíamos identificados desde la comodidad de nuestros asientos, más
si lo acompañábamos de una cerveza fría y unos pistachos. Ese es, en general,
nuestro concepto del terror, representado por Saurón, y de la defensa, definida
por la Comunidad de anillo.
En Ucrania no vemos al ominoso Saurón, pero Vladimir Putin se
le parece cada día más, y, cuando la maquinaria de la comunicación pública
acabe su trabajo, dudaremos si no será un descendiente de aquel; pero, en
cualquier caso, también nos damos cuenta, la mayoría de europeos, de que nos
falta una Comunidad de la Defensa para poder hacer frente a este tipo de
situaciones. Mérito de Putin, y sin duda de los esforzados defensores
ucranianos.
El caso es que ya tuvimos una, la Comunidad Europea de la
Defensa, impulsada por el jefe de gobierno francés de entonces, 1950, firmada
por los jefes de gobierno de los seis países fundadores de la Comunidad Europea
en 1952, y rechaza en la Asamblea nacional francesa por el grupo nacionalista
del general De Gaulle en 1954. Una pena, pues era un magnífico proyecto que
hasta los yanquis impulsaban ya que lo veían perfectamente compatible con la
OTAN, creada apenas un año antes, en 1949. Los gaullistas no querían una
Alemania rearmada, ya ven ustedes.
Hoy estamos con el caballero rojo galopando por las llanuras
ucranianas y, aunque la reacción europea está siendo superior a lo que cabía
esperar, se echa de menos a la Comunidad del anillo, la real, la de la defensa
europea.
Raúl Suevos
A 2 de marzo de 2022
Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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