La guerra informativa en Rusia


Cuando un país, o un dirigente, se embarca en una guerra como la que se desarrolla estos días a las puertas de casa, en Ucrania, debe echar cuentas con muchos aspectos, no solamente el operacional que llevan a cabo sus fuerzas armadas. En el caso ruso, parece que este aspecto, el operacional, no estaba todo lo bien planificado que Vladimir Putin creía y ello, aparentemente, parece tener dos ramas responsables; de un lado la inteligencia militar rusa, que no había calibrado adecuadamente al enemigo, al ejército ucraniano, a sus milicias, a su gente sencillamente, que han sido capaces de presentar una resistencia admirable a las fuerzas rusas; del otro, a sus propios responsables militares, con especial dedicatoria a la logística, que no parece que estuviese suficientemente estudiada, y de ahí el lento y costoso avance de las distintas fuerzas hacia los objetivos principales, Kiev, y los secundarios, Jarkov, Mariupol y Odesa. La combinación de ambos parece haber conducido al empantanamiento actual. Alguien, más pronto que tarde, tendrá que dar explicaciones en Moscú.

Otro aspecto fundamental se encuentra en la retaguardia propia. Hay que asegurar a toda costa el apoyo de la opinión pública. No se puede conducir una campaña de agresión contra un vecino si no se cuenta con el apoyo de la familia. Especialmente cuando hay féretros de por medio; un mensaje, el de los ataúdes, que es más que posible que ya haya empezado a difundirse por la patria rusa.

En los EEUU, que hacen estudios de casi todo, ya tienen tabulado la caída de la valoración del gobierno en función del número de bajas de combate. Son capaces de calcular esa caída modulándola con la mayor o menor aceptación de la propia guerra por esa opinión pública que, llegado el momento, serán también votantes. Por ello, y sin necesidad de estudios, es tan importante controlar la retaguardia.

Putin lo tiene claro. Se bloquea la información de modo y manera que la población rusa sólo reciba las noticias que él decida y, por supuesto, elaboradas y editadas por su servicio de comunicación, y así las ciudades destruidas son las del Dombás por la artillería de Zelenski, los civiles muertos lo son a manos del ejército ucraniano y las rutas de evacuación no funcionan porque son atacadas por neonazis ucranianos. Para rematar el asunto el primado ortodoxo de Moscú declara la guerra como justa porque en Ucrania se protege a los gays. Un cuadro.

Los rusos, con ese cuadro, están con Putin, por ahora, aunque conviene no olvidar que, con ese sistema, los Castro llevan más de 60 años en Cuba y aún se puede encontrar mucha gente que se cree la milonga. Ye lo que hay.

Raúl Suevos

A 8 de marzo de 2022

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com


 

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