Los rangers de Tejas
Uvalde es un pueblo desconocido ubicado en ninguna parte de la inmensa
Tejas. Aunque como sucede con la mayoría de lugares donde se produce una
masacre de niños es posible que pase, desde ya, a formar parte del imaginario
de todos nosotros. Desgraciadamente.
Uvalde está al oeste de San Antonio, lugar del memorial del
Álamo; para muchos el recuerdo de una gran película yanqui, que como casi
siempre, se ajustaba poco o casi nada a la realidad histórica puesto que Tejas,
alzada sin justificación contra su gobierno legítimo mejicano era sólo uno de
los primeros bocados que los Estados Unidos darían a la gran nación.
Cerca de este pueblo pasa el rio Nueces, de dramático recuerdo en la historia mejicana, conocido de los
amantes del western pero no tanto como el rio Bravo, escenario de las galopadas
de John Wayne y en el que desemboca más al sur, cerca de Laredo, una gran
ciudad fronteriza que todos los días brega con los problemas que representan
droga y emigración ilegal; aunque nuestro protagonista, Uvalde, se dedica
principalmente a la agricultura y la ganadería.
A mí, superada la conmoción inicial, se me van los ojos a
esos agentes de la ley, altos, enormes, rubios de tez pálida, camisa blanca con
corbata, y enormes sombreros claros de ala ancha, como aquellos que usaba el
inolvidable malvado JR de Dallas. Supongo que son parte de los famosos Rangers de Tejas, sujetos también de novelas y películas; y no puedo evitar constatar
el enorme contraste que su presencia hace con los familiares de los niños
masacrados, todos ellos, o la mayoría, de tez oscura, posiblemente trabajadores
de baja cualificación y escasos ingresos, como delata la gordura, casi mórbida,
de la que muchos hacen gala, y que múltiples estudios achacan a la comida
barata, rica en grasas parcialmente hidrogenadas que suele encontrarse detrás de
la mayoría de esas obesidades.
Mis percepciones son, con mucha probabilidad, poco empíricas,
pero la tragedia y el entorno me traen con fuerza el recuerdo de los Tigres del
Norte, reyes del Corrido mejicano, de fama los últimos años por una variante
conocida como el narcocorrrido, y que cuentan entre sus grandes éxitos con una
canción “Somos más americanos” en la que dan cuenta de la pérdida de gran parte
de la nación mejicana a manos del gringo, para convertirse hoy, los mejicanos, “indios
de dos continentes mezclados con español”, en ciudadanos de segunda categoría en su
propia tierra.
¿Serán hispanas las víctimas de la próxima matanza? ¿O serán
gringos? Poco importa, es seguro que las habrá, porque el imperio de las armas
en los Estados Unidos es lo suficientemente potente como para que, pasados unos
días, nada cambie. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 27 de mayo de 2022
Comments
Post a Comment