¿Llegarán los black blocs a Madrid?
No sé si a Madrid llegarán, pero a mis oídos llegaron por
primera vez en 2001, con ocasión de la cumbre de la OTAN celebrada en Génova
con Berlusconi presidiendo el gobierno italiano y 20.000 policías blindando la
ciudad, aunque de nada sirvió. La capital de Liguría acabó arrasada, con un
manifestante muerto, y ello no fue debido a las acciones de un jovencísimo
Pablo Iglesias, que allí hacia sus primeros pinitos como agitador, sino a los
grupos de black blocs; internacionalistas antiglobalización, anticapitalistas,
anti todo lo que suene a racionalidad y sosiego.
Los black blocs, de filosofía anarquista e inspiración
estética mad max, cuentan con grupúsculos y adeptos por toda Europa. Sus
sudaderas oscuras con capucha y pequeña mochila a la espalda suelen ser típicas
de su uniformidad, aunque, más allá de su aparente cutrez indumentaria, cuentan
con una gran capacidad informativa y organizativa a través de las redes; un
espacio, el de las tecnologías de la información, que conocen muy bien y del
que se aprovechan.
En lo que me concierne tuve oportunidad de conocerlos con ocasión
de la cumbre OTAN celebrada en Estrasburgo, con Obama al frente de los USA y
Sarkozy dirigiendo el gobierno francés, ya que entonces me desempeñaba en un
puesto en el Eurocuerpo y participamos, tangencialmente, en la preparación del
evento. Un acontecimiento que convirtió la preciosa alsaciana ciudad de los
canales en un laberinto de sucesivos cinturones de altas vallas de metal,
aparentemente inexpugnable para los esperados black blocs.
Todo fue inútil. No pudiendo atacar el centro, donde se
alojaban los mandatarios y se celebraban las reuniones, los black blocs se
ensañaron con los edificios de la aduana internacional en el puente del Rin y,
de paso, metieron fuego a un hotel cercano donde varios policías allí alojados
estuvieron a punto de perecer a lo Juana de Arco. Los choques con las fuerzas
de seguridad, que contaban con 25.000 miembros para la ocasión, en una pequeña
ciudad compartimentada por los canales, como es Estrasburgo, no fueron
suficientes. Sarkozy, dado a las reacciones explosivas y aparentes, sacaría un
ley para prohibir las capuchas en las manifestaciones, aunque en la reciente
copa de Europa jugada en Paris se vieron muchas de nuevo, si bien con otra
finalidad más cercana a la de los tradicionales cacos.
Dicen que en Madrid hay 10.000 miembros de los cuerpos de
seguridad especialmente desplegados para la ocasión, y aunque llevamos un
tiempo sin oír hablar de los black blocs, si bien aparecieron en los disturbios
orquestados por los independentistas en Barcelona, se me antoja que sería una
sorpresa que dejarán pasar la ocasión para, una vez más, mostrar su capacidad
organizativa y destructiva, precisamente cuando la OTAN se las tiene tiesas con
la Rusia de Putin, el personaje al que en muchas ocasiones se ha acusado de
encontrarse detrás, de una forma u otra, de todos estos movimientos
antisistema. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 23 de junio de 2022
Comments
Post a Comment