Movilizando el descontento en Rusia
Parece que el zar de todas las Rusias ha movido ficha
declarando una movilización parcial que afectará a los reservistas, es decir,
para los que hicieron la mili en España, el Servicio militar obligatorio, los
poseedores de la “blanca”, aquella cartilla en la que cada año había que pasar
revista, hasta los cuarenta años creo recordar, como personal susceptible de
ser llamado a filas de nuevo. Esos son los “pringaos” a los que Vladimir les ha
amargado el día.
La medida no parece que haya surtido efecto en el ánimo del
personal más allá de sus propias fronteras, puesto que, si miramos los índices
bursátiles del mundo, indicador muy efectivo en este tipo de situaciones,
podemos observar que la bolsa de Moscú cae un 6%, mientras suben las del resto
del mundo, incluyendo la muy humilde bolsa madrileña. Todo ello lleva a pensar
que la economía mundial no ve mucho peligro en este movimiento de Putin. Ojalá.
La movilización general de reservistas, o parcial como la
presente, requiere de unas infraestructuras físicas y de personal que la Rusia
actual está lejos de tener. En el mejor de los casos se puede esperar que parte
de esos desgraciados sean utilizados para rellenar las bajas que en muchas
unidades rusas se han producido durante los últimos meses y que las ha llevado
a una situación de casi inoperatividad. Aún así, no es plausible que mejore
notoriamente la capacidad de combate de las mismas puesto que, como se viene
apreciando en el propio frente ucraniano, las reposiciones de material se están
llevando a cabo con medios en deplorable situación de mantenimiento cuyo
rendimiento en la batalla está siendo muy inferior al de los ucranianos.
Por otra parte, el desgaste social que suponen las actuales
bajas de combate está siendo amortiguado mediante el pago a las familias de
sustanciosas indemnizaciones para el estándar económico de las lejanas
provincias asiáticas de donde proviene el grueso de la carne de cañón
sacrificada en Ucrania. Ahora son hombres los llamados a filas, que en muchos
casos cuentan con un vida estable y la responsabilidad de una familia detrás de
muchos de ellos, algo que puede generar un enorme descontento con el que, hasta
ahora, Vladimir, y los siloviki que lo rodean, no habían tenido que lidiar.
Ayer en Nueva York el presidente Draghi, con presencia de
Henri Kissinger, hacía hincapié en el inaceptable carácter de la agresión
llevada a cabo por Rusia y también a que correspondía exclusivamente a Ucrania
decidir cuándo y cómo finalizar la guerra. Mediante negociación se supone.
La parte más difícil de las guerras es el cómo acabarlas y,
me temo, Putin se encuentra ahora ante la peor de sus encrucijadas vitales.
Raúl Suevos
A 21 de septiembre de 2022
Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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