Gerardo Iglesias, una realidad cotidiana
Reapareció el antiguo dirigente político estos días en los
medios de comunicación de la región. Lo ha hecho en una silla de ruedas, que no
deslucía ni un ápice la dignidad de un personaje de trayectoria
incontestablemente consecuente, algo prácticamente inexistente en la política
moderna. Una postración física a la que llegó tras accidente laboral y años de
falta de cuidados médicos, inadecuados o simple aplicación de la realidad asistencial
en la que actualmente nos desenvolvemos.
Iglesias sucedió a Carrillo al frente del Partido comunista
de España. Ya en plena decadencia de la organización y de la ideología,
posiblemente dejada sin sustentación por el “estado de bienestar” creado por el
viejo caudillo, aunque esto muy pocos estarán dispuestos a reconocerlo, y,
afirmar esto, con la ley de desmemoria democrática, es posible que sea
susceptible de sanción administrativa o incluso penal. Ye lo que hay.
Iglesias hizo lo que pudo en Madrid, y dejó el puesto, ya
encaminado el invento de Izquierda Unida, para que Julio Anguita, también un personaje
de otras épocas y consecuente en sus actos como Iglesias, tomase el timón de
una organización bajo asedio del artilugio socialista montado en Suresnes. De
la capital se volvió a Asturias, a su puesto en la mina, algo inédito, y supongo
que irrepetible, que a un político moderno le parecerá ganas de dar la nota.
Actitudes del pasado sin duda.
Al poco de retomar la actividad minera sufrió un accidente,
con daños para su espalda, al parecer, algo que le produce dolor crónico, dolor
profundo y lacerante según manifestó, lo que, unido a la falta de estudios
adecuados por parte de los facultativos que lo atienden, a la dilatación en el
tiempo de pruebas y operaciones, al trato frio y distanciado por parte de los
doctores, convierte su situación personal en un largo y penoso camino hacia el
calvario –no me resisto al guiño bíblico- del que trataba de dar cuenta pública
ante la Seguridad social ovetense. Seguramente no se lo merece, como tantos
otros usuarios de nuestra Sanidad.
Comentaba Iglesias que ha escrito a muchos estamentos para
dar cuenta de la situación, entre otros a la presidencia del Principado, de
quien, pese a su origen de las Cuencas y su constante exhibición de buenas
palabras en los medios de comunicación, no ha merecido recibir ni un mísero
acuse de recibo. Tiempos modernos, políticas modernas.
No nos cuenta Iglesias nada nuevo, aunque aporta su
notoriedad pública, pues nuestra blasonada Sanidad hace tiempo que se desliza
en una cuesta abajo que, en estos tiempos de política ficción, es difícil que
pueda detenerse. Y mientras tanto seguimos exportando nuevas generaciones de
médicos y enfermeras al resto de Europa.
Raúl Suevos
A 16 de octubre de 2022
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