La avanzada España
Hace unos días, el 13 de diciembre para ser exactos, saltó a
las primeras páginas y telediarios del mundo una noticia aparentemente
estupefaciente. El presidente Biden había firmado la ley que daba rango
federal, es decir, de aplicación en todos los Estados Unidos, a los matrimonios
homosexuales, motivo de enorme alegría para los naturales de ese país, aunque
fuese con un cierto retraso con la mayoría de países occidentales. En cualquier
caso, tratándose de derechos humanos y del país que, le pese a quien le pese,
lidera el mundo, era un motivo de gran satisfacción, y como tal fue tratado en
los medios de comunicación.
En el mismo paquete legislativo iba también la aprobación,
con el mismo rango, de los matrimonios interraciales. Sí, lo han leído bien, en
los Estados Unidos aún existían estados en los que el matrimonio entre un
blanco y una negra, por poner un ejemplo, no era legal, y ahora, aunque puede
parecer increíble, tendrán los mismos derechos que los homosexuales. Ver para
creer.
Y es que, para nosotros, españoles, está historia puede
resultar increíble si tenemos en cuenta que en 1514, dos años después de
aprobar las leyes de Burgos, que daban rango de súbditos en igualdad a los
indígenas americanos, el rey Fernando el Católico aprobaba una nueva ley por la
que se consideraban legales las uniones interraciales. Es decir, España, en
este asunto, le lleva nada menos que 518 años de ventaja al presidente Biden.
A España la han puesto a parir durante siglos, especialmente
aquellos a los que el Imperio español podía hacerles la puñeta en su modus
vivendi u operandi, con particular dedicación por parte de los protestantes –élites-
de los Países bajos y de Inglaterra, como magistralmente ha explicado María
Elvira Roca Barea en su Imperiofobia, pero la historia, la de verdad, no la que
el cine o la televisión nos venden cotidianamente, es tozuda y de tanto en
tanto nos da la oportunidad de acercarnos a la grandeza de este país, que hoy
muchos parecen empeñados en destruir.
La clase dirigente del mundo anglosajón necesitaba menoscabar
al Imperio español, sólo así podía crecer, y los bulos, patrañas y mentiras
fueron el medio que emplearon, con el soporte de la imprenta; la televisión o
el internet de entonces, como prefieran. Y el Imperio, y sus súbditos, hoy
ciudadanos, aunque no lleguen a la talla de aquellos, tenían cosas mejores en
las que emplearse, antes de prestar atención a la Leyenda negra que se estaba
construyendo.
Hidalguía o altanería, da lo mismo. España respondió con
desprecio a los ataques de los libelos protestantes, quizás sólo con aquel
apócrifo cervantino de “ladran, luego cabalgamos”, pero la historia vuelve,
como los matrimonios interraciales.
Raúl Suevos
A 29 de diciembre de 2022
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