Tregua de Navidad
Es probable, sucede todos los años, que algún columnista nos
asalte las entrañas estos días con el típico recuerdo de la Tregua de Navidad,
haciendo referencia a un manoseado hecho que tuvo lugar durante la Primera
Guerra Mundial, la Gran Guerra, para los europeos intervinientes. Aprovecharán,
posiblemente, el reciente campeonato del mundo qatarí para parangonarlo con el
partido que se jugó en la tierra de nadie, entre trincheras. Todo muy navideño.
Este año, con la invasión de Ucrania, y las grandes
extensiones nevadas y gélidas temperaturas de aquel país, parece más a propósito
que nunca, salvando quizás el asunto sirio, hoy casi olvidado pese a que allí
siga la matanza, pero que con sus ciudades bíblicas y sus antiguos monasterios
cristianos se presentaba también como muy adecuado para sacar una bonita
tribuna y ganarse el aguinaldo navideño, suponiendo que aún exista.
Lo de Ucrania, aunque sea la guerra de moda actualmente,
tiene una pega; y es que allí los que se acuchillan metódica y profesionalmente
son ortodoxos, cristianos ortodoxos me refiero, no tomarlo por la ortodoxia de
la carnicería; y su Natividad no llega hasta el 6 de enero; de modo que su
posible tregua, bastante dudosa en todo caso teniendo en cuenta los
antecedentes del inquilino del Kremlin, no tendría lugar en las fechas que a
nosotros nos interesan. Una pena.
A mí, qué quieren que les diga, no me emocionan los buenos deseos
navideños. Pasé sendas Navidades en Bosnia y Kosovo y no noté personalmente una
especial sensibilidad, tampoco en mis compañeros, y menos aún en la población
del entorno que sufría las consecuencias de las decisiones de sus políticos. Tampoco
lo he visto en Qatar, donde tenían motivo para sentirse emocionalmente
afectados.
Y es que, como un joven argentino se ha encargado de recordar
en un memorable video, en Irán van a colgar de una grúa a un joven futbolista
profesional por haberse manifestado a favor de las mujeres de su país. Y nadie
en Qatar, entre los distintos miembros y estamentos de mundo del futbol, ha
abierto el pico, porque, como todo el mundo sabe, la pela es la pela. Como
saben tan bien algunos europarlamentarios, receptores del dinero qatarí y
marroquí y ahora en el punto de mira de la policía belga.
Así que, volviendo a la tregua navideña, espero que este año
no me toquen los pelendengues con la consabida tribuna y se limiten a traerme
las noticias del frente, estos días a bastantes grados bajo cero, especialmente
si los bravos soldados ucranianos, defensores de su patria, son capaces de
montar una nueva ofensiva y seguir recuperando terreno ocupado por los rusos.
Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 19 de diciembre de 2022
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