La influencia de papá
Casualidades de la vida, tengo una buena amiga de nombre Ana
Belén, que es un nombre bastante extendido en mi generación, aunque no sé por
qué. Es una señora de porte, actitudes y pensamiento que podríamos describir
como clásico, o conservador, aunque cuando ambos éramos jovenzuelos era de las
más aguerridas y desinhibidas, por decirlo de una forma suave.
El padre de Ana Belén era un señor de misa dominical, traje
oscuro, gafas y pelo engomado peinado hacia atrás, que había hecho la guerra en
el bando nacional y, aunque no recuerdo a qué se dedicaba, estaba bien asentado
pues tenía un Seat 1500 cuando mi padre aún pagaba las letras del piso de
Cimadevilla. Pero al padre de Ana Belén el conservadurismo de entonces le venía
estrecho, era un auténtico troglodita en cuestiones sociales, especialmente las
que afectaban a su hija y los jovenzuelos de su entorno.
El resultado de todo esto es que mi amiga reaccionó
fundiéndose en los estudios para poder escapar a Madrid y alejarse de su padre;
y, poco después, acercándose al partido comunista, que era la antítesis de las
ideas políticas de su padre. Hoy, tras una vida rica de peripecias, es una
simpática señora afincada de nuevo en la maravillosa Gijón.
La casualidad es que estos próximos días pondrán en libertad
en los Estados Unidos a Ana Belén Montes, considerada la espía más dañina de
ese país. Ella también tenía un padre híperconservador, médico de las fuerzas
armadas, en una de cuyas bases alemanas nació la protagonista. Y también ella
reaccionó con muy buenos estudios para escapar del control paterno. Eran los
pacifistas años 70, y Ana Belén, con un brillantísimo curriculum en relaciones
internacionales, pronto entró a trabajar para el gobierno, para acabar como
analista jefe para asuntos cubanos en la Agencia de inteligencia de las Fuerzas
Armadas norteamericanas.
Acabaron cazándola. Después de años de pasar información a
los cubanos, especialistas ellos en infiltrar los servicios yanquis. Había para
una condena a muerte pero su declaración de culpabilidad se lo dejó en
veinticinco años, que se cumplen estos días, aunque le seguirán cinco más de
libertad vigilada. Ye lo que hay.
A Belén, al contrario de los agentes de la red “avispa”,
también atrapados hace años mientras vigilaban a los emigrados cubanos de Florida,
nunca han tratado, que se sepa, de canjearla por alguno de los panolis que de
vez en cuando pillán con drogas o similar en la isla bonita. Quizás no se fían
de ella, sin raíces cubanas; quizás es que ya no es rentable; quizás es que no
hay que dejarse llevar de la influencia paternal, aunque sea negativa.
Raúl Suevos
A 4 de enero de 2023
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