Madres las de antes
Se ha liado un buen pifostio con lo de la madre vegana. Iba
la cosa para comentario pintoresco en redes pero nuestro enredador mayor del
reino, el académico Pérez Reverte, entró al trapo como miura ante Lagartijo, o
Padilla, que también vale para la alegoría, y, como suele suceder con sus
intervenciones, el asunto pasó a mayores, es decir, a noticia de los
telediarios, después carnaza de programas de pseudo debate, como el de Risto
Meijide, seguido de todo tipo de columnas y tribunas periodísticas, incluyendo
la de Soto Ivars, que es la que me ha animado a sacudirle al teclado.
A mí la intempestiva y “devastadora” intervención, por
aprovechar las palabras de la interesada, como que me la trae al pairo, quizás
con la salvedad de que habiéndole puesto a su niña, la futura traumatizada por
el famoso disfraz de pescador, el nombre de Navia, me pregunto si la madre -responsable
del actual quilombo, dicho esto con la segunda acepción de la RAE, y Dios me
libre de relacionar a la señora con la primera- tendrá algo que ver con la
maravillosa villa asturiana, abrigado puerto donde amarra gran parte de lo poco
que queda de la flota pesquera asturiana, pues si es así, mejor que no vaya a
visitar a la familia en una temporada. Ye lo que hay.
En todo caso la historia me recuerda que allá por 1995 me
tocó darle explicaciones a una madre preocupada por la situación de hambre y
frio de su hijo. Estábamos desplegados en Bosnia, finales de año con muy bajas
temperaturas y montañas de nieve, y a la sección de su hijo la habíamos enviado
a Sarajevo para dar protección al teniente general ingles comandante de
UNPROFOR.
Entonces no había redes pero si radio; y Luis del Olmo era el
rey de las mañanas con su Protagonistas, y allí era donde aquella madre lanzó
su queja, algo que conmocionó al Estado Mayor en Madrid y que acabó siendo para
mí una orden de intervenir y dar explicaciones en directo al día siguiente. Qué
agobio.
Le di la razón de entrada a aquella madre, por preocuparse
por la situación de su hijo, y después le expliqué lo que era Sarajevo en
cuestión de frio invernal y el estupendo equipo que el mozo, como integrante de
la Brigada de Montaña, tenía para defenderse, con su uniforme de invierno y sus
perfectas botas kamet. Aunque tuve que reconocer la penosa situación en relación
con la comida pues, estando con los ingleses, la comida era realmente
deplorable, por no decir algo peor. A lo que del Olmo se mostró compresivo.
No era cosa de disfraces.
Raúl Suevos
A 14 de febrero de 2023
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