Ecuador, espejo de América
Anda el personal horrorizado con el asesinato de un candidato
presidencial en la campaña ecuatoriana. Aunque no deberían sorprenderse pues es
algo relativamente frecuente por aquellas tierras. Un atentado semifallido le
dio el triunfo a Bolsonaro. Ye lo que hay.
En frente de casa hay un puestecito de arreglos textiles que
ahora regenta una rusa, pero que abrió hace veinte años doña Manolita, una
ecuatoriana que llegó acá para cuidar ancianos y huyendo del lio montado por
Lucio Gutiérrez en el país, pero que pronto vio el nicho económico, y, con sus
destrezas, buen hacer y mucho trabajo, se hizo imprescindible en un barrio en
el que ya casi nadie sabe coser un dobladillo o ajustar unos pantalones.
Con el éxito del tallercito se pudo traer a sus hijos, y todo
parecía ir bien, pero la mayor no tuvo otra ocurrencia que echarse novio,
ecuatoriano, embarazarse, y marcharse con su familia para Ecuador, en aquel
periodo de espejismo que fueron los primeros años de la presidencia de Rafael
Correa, hoy prófugo exilado en Bélgica, como Puigdemont. Manaban los dólares
con los precios disparatados del petróleo y estaba de moda el socialismo del
siglo XXI de Chávez.
Doña Manolita, después de mucho cavilar, regresó a su tierra.
Un país que, desde entonces, enfila una cuesta abajo para lo que no parece
contar con ningún tipo de freno, y en el que, el asesinato, a manos de alguno
de los carteles de la droga que enseñorean el país, del candidato
Villavicencio, sólo supone un peldaño más. Se equivocó doña Manolita.
El objetivo básico de un gobierno, dicen, consiste en proveer
de seguridad física y económica a la ciudadanía. Sobre estos dos pilares se van
añadiendo otros, como puede ser la educación, la sanidad, la defensa, etc. Pero
ninguno de estos importan si no se aseguran los primeros.
Si tomamos el rio Bravo, tantas veces recreado en las
películas del oeste, como frontera iberoamericana, observamos que es poco menos
que imposible encontrar un país en el que se alcancen los dos objetivos básicos.
Empezando por el sangriento Méjico, siguiendo por la siempre en el alambre
Centroamérica, donde Bukele pacifica al coste de los derechos humanos, o la
antaño ejemplar Costa Rica, hoy pasto también de la violencia. Para continuar,
sin necesidad de entrar en detalles en Colombia, con su presidente Petro
acosado por los narcodolares; para llegar a este Ecuador, convertido en centro
distribuidor de la droga de sus vecinos Perú y Bolivia, dos ejemplos más que
añadir. Y así casi todo el continente, incluyendo Argentina y Chile, con sus
particulares problemas, y corriendo un tupido velo sobre los casos de Cuba,
Venezuela y Nicaragua, para evitar el asco.
Raúl Suevos
A 13 de agosto de 2023
Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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