Y no estaba flaca

 

El último partido de futbol que seguí por televisión fue el de la Final del mundial de Sudáfrica; y ello porque me pilló a traición, invitado a verlo en el Melía Cohíba de La Habana, donde me encontraba por trabajo y sin posibilidad de escurrir el bulto. Me pareció, como siempre, larguísimo, y fui incapaz de saltar con el gol de Iniesta. Ye lo que hay.

Dicho lo anterior, he de señalar que algo entiendo del asunto, porque pese a que me aburre, soy consciente  de que, para los varones españoles de mi generación, era imposible participar en una conversación grupal sin conocimientos de futbol, adquiridos, y los innatos, sobre mujerío. Algo que hoy sigue siendo fundamental en nuestra cultura, con la salvedad de que la segunda parte se limita, dadas las posibles connotaciones penales, a círculos muy estrechos.

Por ello soy consciente de que los asuntos de la Federación española de futbol, desde los tiempos del inefable Porta, que tantas horas de programación le dio al Butanito, José María García, pasando por su sucesor Villar, y ahora el masacrado gañan Rubiales, siempre estuvieron, desde el oscurantismo que rodea a la institución, rodeados de un halo de confabulación mafiosa que cualquiera podía percibir, incluso sin conocimientos futbolísticos. Las listas de invitados a viajes de finales de todo tipo podrían dar muchas pistas, si no fuesen secretos.

Al actual y cautelarmente defenestrado Rubiales le tenía gana mucha gente, pero su pedigrí socialista le mantenía a salvo, hasta cierto nivel. Su zafiedad en la celebración del mundial, pasó a ser delictiva en cuanto las ministras de la “Igualdá” entraron al trapo, y desde entonces todo se salió de madre, por un lado y por otro. Tanto que, España, dejó de lado la subida del IPC, la posible repetición de elecciones, y hasta la detención por reincidencia de uno de los liberados gracias a la Ley de “Igualdá”.

La cosa acabará en los tribunales, seguro, donde la clave, a mi entender, en base a esa manida Ley, estará en el consentimiento de la muchacha del famoso beso, algo que, la Federación, trató de confirmar con una serie de fotografías en las que, con la comunicación no verbal tan de moda en programas televisivos, se vería la actitud más que consintiente de la protagonista. Más allá de eso, en uno de los programas vespertinos de la televisión, un acreditado experto en lectura de labios afirma rotundamente que Rubiales le dice “¿Puedo darte un pico?”, confirmando lo afirmado por el reo del asunto; algo que no parece que fuese rechazado por la besuqueada, según su salida sonriente hacia la derecha de las imágenes.  

Mientras tanto el aceite seguirá subiendo.

Raúl Suevos

A 27 de agosto de 2023

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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