El Rubi no es Robert Redford
En 1966, ya ha llovido, se estrenó un película formidable,
con un reparto de alto nivel, Marlon Brando a la cabeza, y una dirección
impactante a cargo de Arthur Penn. El papel que se llevó la emoción de quienes
la vieron le cumplía a un jovencísimo Robert Redford, y el título de la cinta
fue en España el de La Jauría humana, aunque el original era La Caza.
La pieza era el joven Redford, sólo defendido por el sheriff
Brando. Un desgraciado que es acosado y perseguido por todo un pueblo, en un
caza que recuerda a los pogromos de judíos y que muestra hasta qué punto la
miseria de los bajos instintos humanos puede ser conducida por diversos medios
hasta anular el raciocinio de las personas. Ni que decir tiene que, al final,
el joven protagonista cae herido de muerte en una escena que recuerda a la eliminación de Oswald a manos de Jack Ruby, tras el asesinato de Kennedy.
Estos días, con la imprescindible ayuda de los medios de comunicación,
asistimos a la caza de un hombre, llevada a cabo por una enorme jauría, tan
enorme como un país casi entero, en la que la primera pieza derribada ha sido la
presunción de inocencia, esa que los partidos políticos exigen cada vez que uno
de los suyos cae en algún asunto delictivo, generalmente de corrupción.
El observador atento habrá comprobado cómo, tras un parón
inicial de más de veinticuatro horas desde el famoso beso, el cambio de viento
se produce con la intervención de las ministras podemitas en el asunto, dejando
en evidencia al resto del gobierno en cuanto a su caché progresista/feminista,
y obligándolo a reaccionar, pese a que la pieza/Rubiales presumiese de su
filiación y hubiese sido amparado en el pasado.
Las siguientes condenas, oportunistas, como las de Tebas y
Casillas, antiguos adversarios electorales de Rubiales a la presidencia de la
Federación, merecen adjetivos de carácter escatológico que ahorraré al lector.
Después siguió la cascada mediática, una vez definida con claridad la pieza a
cobrar, y, tras la reunión federativa, con aplauso unánime de los asistentes, y
la consiguiente inhabilitación de Rubiales, siguieron los cambios de chaqueta
fulminantes y vergonzosos de los seleccionadores. Qué papelón.
Hoy vemos como el totalitarismo puede tomar formas diversas,
también la democrática, aunque lo cómodo, en España, sea cargárselo todo al
régimen del general Franco. Porque esta caza a la que asistimos no es más que
la expresión taimada de la nueva ideología woke/progresista, a la que nadie se ve capaz de
resistir, como la protagonista muestra con sus silencios iniciales y la semana larga
que ha tardado en poner denuncia.
Raúl Suevos
A 8 de septiembre de 2023
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