La Solheim en España
Este fin de semana ha tenido lugar en la provincia de Málaga
la competición que se conoce como Copa Solheim, posiblemente el segundo evento
en importancia mundial en el deporte femenino, tras el campeonato mundial de
futbol; ese que tanto dolor de cabeza nos está dando en los últimos días.
La Solheim es el equivalente femenino de la Ryder, la
competición del golf masculino; mucho más conocida aquí por haber tenido como
capitanes a Severiano Ballesteros y José Maria Olazabal en el pasado. Pero
ambas tiene las mismas características: contienda entre profesionales que no
cobran por su participación; Estados Unidos y Europa como adversarios; cada año
en un continente, y, sobre todo, con una carga de pasión nacional difícil de
ver en otros deportes, por no decir imposible, y es que, en el caso europeo, no
se da en ninguna otra disciplina deportiva, y sus integrantes se manifiestan y
comportan como auténticas y completas nacionales europeas. Una fiesta de
emociones para los que creen en la idea de Europa.
La vencedora en esta ocasión ha sido Europa, con el rey de
España como espectador, aunque eso no es en este caso lo más importante. Más de
cien mil entradas vendidas, retrasmisión mundial, miles de voluntarios
internacionales apoyando el evento, un pelotazo de publicidad para la Costa del
Sol, para Andalucía, y para España. Con una equipación por parte europea
cargada de simbolismo español, clara deferencia al país anfitrión, algo que,
junto a los guardias civiles escoltando a las jugadoras a lo largo de los
recorridos, será a buen seguro una imagen para recordar. Sin duda un éxito para
el deporte del golf, y también para organización española.
El golf es el cuarto deporte español por número de licencias,
trescientas mil, tras el futbol, el
baloncesto y la caza. Mueve una enorme cantidad de dinero, por ello no llama la
atención que, de los cien campos con que cuenta Andalucía, sesenta se ubiquen
en Málaga. Y ello me lleva a pensar que en Asturias, y particularmente en
Gijón, contamos con un enorme potencial en ese recurso turístico, además de
deportivo, con una docena de campos en la región, y cuatro en la villa de Jovino.
Una riqueza que sólo está esperando a que esas administraciones, que
últimamente se llenan la boca hablando del gran futuro turístico que el cambio
climático está a punto de brindarnos, se pongan manos a la obra, apoyen las
instalaciones, y publiciten nuestras posibilidades en la materia.
Independientemente, nuestros campos municipales y escuelas
infantiles, son y deben seguir siendo un motivo de envidia para otras regiones
y de orgullo para nosotros, con la Llorea como primero en la historia nacional.
Raúl Suevos
A 24 de septiembre de 2023
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