La guerra de los uniformes
Llegan noticias frescas en relación a un acuerdo entre los terroristas de Hamás y el gobierno israelí para detener los combates durante cuatro días, y llevar a cabo un intercambio de parte de los rehenes tomados el pasado 7 de octubre por presos de las cárceles israelíes. Buenas noticias que, sin embargo, no deben llevar a pensar que este estallido está en vías de solución. Nada de eso.
El ejército israelí no puede parar hasta desmantelar toda la infraestructura política y militar de los terroristas de Hamás y de Yihad islámica, puesto que, en caso contrario, se encontrará con que sólo ha logrado un periodo más o menos largo de tranquilidad, hasta que el grupo se recupere. El objetivo tiene que estar en la reposición en la gobernación de la Franja de la Autoridad Nacional Palestina, sólo ella capaz de llevar un poco de sensatez a las poblaciones palestinas, y ello, también, si el estado judío logra desembarazarse de los gobiernos ultra-radicales que ha liderado hasta ahora Benjamín Netanyahu.
Para los que contemplan la situación desde el buenísmo biempensante, conviene que extrapolen los 1400 asesinados del 7 de octubre a la población norteamericana, y se encontrarán con unos 45.000 muertos, muchos más que los 2.400 de las Torres gemelas, o del cinematográfico Pearl Habour, y ya ven cuál fue la reacción de los Estados Unidos, incluyendo la aplicación del artículo 5 de la Alianza Atlántica en el primer caso.
En la guerra de las redes sociales, alimentadoras en muchos casos de los medios de comunicación tradicionales, asistimos a la batalla de los uniformes. Por un lado el tradicionalmente identificable ejército israelí, con sus uniformes verde oliva y sus amplios cascos de combate, y en el otro lado vimos en la fase inicial, con vídeos muy bien editados y al modo del Estado islámico, a combatientes de Hamás con uniformes tipo pixelado yanqui, muy de moda en casi todos los ejércitos en la actualidad, lo que nos trasmitía la idea, relato, de dos ejércitos que se enfrentaban en términos de igualdad. Al menos desde el punto de vista de la gestión de la violencia institucional, patrimonio de los gobiernos.
Posteriormente, y hasta estos últimos días, las redes nos hacen llegar imágenes de combatientes en tejanos, chanclas y camisetas moviéndose entre las ruinas que los combates van produciendo. Unos combatientes que, llegado el caso y desprovistos de las armas que empuñaban, pueden pasar sin mayor problema a engrosar las cifras de población civil “asesinada” por el ejército israelí. Es una segunda fase en la que Hamás ya no está en condiciones de seguir “vendiendo” la imagen de fuerzas armadas regulares y trata de explotar la de la población civil víctima, de la que ellos mismos son los victimarios en mayor medida que el propio ejército israelí. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 22 de noviembre de 2023
Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com
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