Una pérdida de tiempo

 

Los nefandos acuerdos del presidente en funciones para lograr sacar adelante su investidura han logrado tapar de golpe el chute de optimismo nacional generado por la Jura constitucional de la princesa Leonor. Un acto, en sí mismo, que proclama y define el concepto de monarquía parlamentaria por cuanto, quien está llamada a ostentar la jefatura del estado y representación de la nación, declara su sometimiento a la Ley fundamental del mismo, la Constitución, ante los representantes electos por la ciudadanía.

Pocos detalles de los distintos actos de la jornada, salvo la reunión familiar en el Pardo, han quedado sin análisis minucioso, pero a mí, quizás por mi pasado vital, me llamaron la atención, especialmente en la tribuna del Congreso, los pequeños gestos de la princesa, todos ellos de una innegable impronta militar. Una sencilla y eficaz posición de firmes, con los brazos rectos y pegados al cuerpo, un casi imperceptible giro en oblicuo derecha para saludar a su padre, seguida de una enérgica inclinación de cabeza, idéntica al saludo a la bandera; todos mínimos gestos que tienen una factura y origen preciso, la instrucción militar recibida en la Academia General Militar durante su breve e inicial paso para efectuar su Jura de Bandera.

Una Jura, la de Zaragoza, que si se pierde un minuto en leer la fórmula actual, pronto se comprende que tiene más honda enjundia que la constitucional, si bien es verdad que el alcance y repercusión de la segunda es mucho mayor. Nos quedamos, en fin, con la satisfacción de comprobar que en el solar zaragozano se sigue formando en la excelencia, y que lo que le queda de curso seguirá adquiriendo conocimientos y valores en la misma medida.

Al lado de la cadete Borbón pudimos confirmar cómo, una vez más, el presidente del gobierno, recluta cacereño en su momento, y soldado de reemplazo enchufado en el Servicio geográfico del Ejército en Madrid, no aprovechó el tiempo de uniformado, pues no logra adoptar una simple posición de firmes en los momentos más solemnes, y aún peor, tampoco parece entender el momento y forma de saludar a la bandera. Una pena.

Dirán algunos que su altísima responsabilidad está por encima de esos detalles, y puede que tengan razón, especialmente estando ocupado en arbitrar tal cúmulo de acuerdos, enormes en cuanto el número, e infinitos si tenemos en cuenta las inacabables exigencias de los distintos socios en los últimos días. Pero otros pensarán que su ministerio, la presidencia, también merece, por su visibilidad, un poco de atención, aunque sólo sea para no dar pábulo a comentarios negativos que en nada ayudan a la marca España.   

Raúl Suevos

A 2 de noviembre de 2023

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com

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