El queso, potenciador de la libido.
Me gusta mucho el queso, particularmente el gamonéu. En
ocasiones preparo un mouse o crema a base de Cabrales, la Peral y Azul de hojas
que hace furor en las comidas familiares. Ese es el caso en Navidad y Nochevieja,
y para ello me acerqué a los grandes almacenes, los de toda la vida, para
pertrecharme con lo necesario.
Hacia un día para combate épico de los Tercios en Flandes,
una niebla densa, temperatura de cero grados y sensación de menos tres. Una
masacre meteorológica que invitaba a tomar un fervidín –vino blanco con azúcar
hervido al vapor de la cafetera- y leer el periódico del día, en lugar de
deambular por las calles, por otra parte bastante concurridas.
En los almacenes comprobé que era el único en llevar la
mascarilla puesta, pese a la alarma de estos días con gripe y covid, y lo
atestado del lugar. Ye lo que hay. Ya en la zona de quesos y viendo que mi
turno daba para un rato, me coloqué en una esquina y me dispuse a observar, y,
de paso, a leer en el teléfono una reciente y aplaudida tribuna de Javier
Cercas, que me gusta y anima hasta que remata con una declaración de su
intención de votar en blanco en el futuro. Pues sí que estamos bien.
Delante de mí, una pareja bien ataviada, superados la
setentena ambos, cargan abundantemente el carro con variadas muestras del
plantel de quesos nacional, tras lo que abandonan la zona. Yo sigo a lo mío,
pensando ya en la tarde que me espera con mis tres quesos, la sidra, el aceite,
la música de rock que pongo en la cocina para ahuyentar a mi mujer, y las
sucesivas pruebas del asunto, amén de culines de sidra. Un buen plan.
Ya en la zona de cajas me percato que ante mí tengo a la
pareja de antes, que cuchichean entre ellos mientras colocan sus compras en la
cinta. El tipo habla pero, al tiempo, lanza rápidas y furtivas miradas a mi
izquierda, a la otra caja, y, intrigado, también yo me pongo a controlar, para
toparme con un trasero –fondoschiena o sedere le dicen en Italia, mucho más
finos ellos- espectacular, cuya propietaria, enfundada en unos ajustadísimos
pantalones de punto, conjuntados con un también apretado top, se afana en
colocar sus compras en una bolsa. Tremenda osadía con el frio que hace. Habrá
venido en coche, pienso.
Delante, la dama, percatándose de la libido desatada de su
pareja, le arrea un codazo al tiempo que tira de él para la salida. A mí, que
sólo tengo que colocar los tres modestos quesos, me da aún tiempo para ver que
la cara que preside el cuerpo pertenece a una guapa morena de piel oscura y
pelo azabache, sin duda ejemplar soberbio de la raza hispanoamericana. Empoderada
sin duda.
Ya en la calle vuelvo a encontrar la pareja en el semáforo,
con ella gesticulando airada y él en hosco silencio. Al menos caminará caliente
en la niebla, pienso.
Raúl Suevos
A 29 de diciembre de 2023
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