Si gana Rusia pierde Europa
Pronto se cumplirán dos años de la invasión de Ucrania
llevada a cabo por las tropas de Vladimir Putin. Dos años en los que los
europeos descubrimos al pueblo ucraniano; a su indomable voluntad de vencer; a
su inquebrantable intención de prevalecer como nación con identidad propia y
diferenciada de los rusos. Una lección de patriotismo y resiliencia que debería
ayudar a fortalecer la propia personalidad de la Unión.
Están siendo años desesperadamente largos, en los que Europa,
como conjunto, supo reaccionar ante lo que se percibe, más allá de la
imposición de la fuerza por encima de la resolución pacífica de conflictos,
como un claro peligro futuro para la propia existencia de la Unión; algo que
los países vecinos a Rusia conocen bien, y supieron trasmitir al resto de
Europa. Ahora, con el cansancio de unos y los intereses inconfesables de otros,
parece que las cosas comienzan a cambiar.
Rusia pierde la guerra en los frentes de batalla gracias al
valor inexpugnable de los hombres y mujeres de Ucrania, pero está comenzando a
ganar la guerra mediante la compra de voluntades políticas, como la del populista
nacionalista que dirige Hungría, o los republicanos seguidores de Trump,
dispuestos a todo con tal de desalojar al presidente Biden de la Casa blanca. Sus
operaciones de información, o sicológicas, funcionan mucho mejor que sus medios
de combate, y merman la voluntad de algunos para seguir apoyando a Ucrania. No
podemos, ni debemos, bajar la guardia.
La Política de Apaciguamiento fue una “actitud” política de
los países europeos, liderada por el premier inglés, Neville Chamberlain, en la
década de los 30 del pasado siglo, que, como los hechos posteriores
demostraron, sólo sirvió para envalentonar a un Adolph Hitler que,
inicialmente, no las tenía todas consigo. La Segunda Guerra Mundial fue el
resultado que algunos anunciaron.
Hoy nos encontramos en un momento que recuerda al
Apaciguamiento. Tenemos a un autócrata liderando una democracia iliberal en
Rusia con clarísimas intenciones imperialistas, que la invasión de Ucrania han
puesto de manifiesto para los que no quisieron enterarse de la anexión de
Crimea, y que, si no es frenado, tras un periodo de recuperación, se lanzará,
sin duda alguna, a la recuperación del antiguo territorio soviético. Ye lo que
hay.
Los que en Europa comienzan a hablar de soluciones
diplomáticas, como en los tiempos de Chamberlain, suponen una quinta columna
europea que sólo tiene como salida la destrucción de Ucrania y su pueblo, en un
primer paso, y después la subyugación de la propia Unión Europea, que habrá
demostrado su incapacidad para dejar de ser un enano político, lo que la
llevará a perder también su potencia económica, y ello sin dejar de ser un
gusano militar.
La victoria de Ucrania es la nuestra.
Raúl Suevos
A 16 de diciembre de 2023
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