Georgia on my mind
Así como suena, en inglés, a muchos les traerá a la mente un
conocidísima canción de aquel virtuoso cantante norteamericano del Blues; Ray
Charles. Él fue quien le dio recorrido con su inimitable estilo, y, sobre
todo, con su capacidad para trasmitir emociones, pues esta canción, escrita
allá por los años 30 del pasado siglo, alcanzó la gloria con el timbre
inconfundible de aquel ciego de voz y manos prodigiosas.
La pieza, que traducida como “Georgia en mi pensamiento”, va
de eso, de melancolía, de añoranza de la tierra nunca olvidada, de la patria
chica, de la señardá, esa palabra tan asturiana que responde al “sentimiento de
tristeza que se tiene por la ausencia de algo o de alguien” y que, en el caso
de Ray Charles, se refería al estado sureño de Georgia. Un estado que años más
tarde decidió adoptar la canción como himno oficial del estado. Cosas.
La historia recuerda, en cierto modo, a nuestra “Asturias
patria querida”, mucho más adaptada al canto colectivo, como requieren los
himnos. Pero la Georgia que estos días está en boca de muchos en el ramo de la
política, es la Georgia Meloni, jefa del gobierno italiano, despreciada por,
presuntamente, pertenecer a la ultraderecha, y estos días, días de campaña electoral
europea, reclamada como posible socia por algunos, no hace mucho impensables.
Hasta la señora Ribera, cabeza de lista socialista, se mostró
abierta a esa posibilidad, si bien rápidamente plegó velas ante el quilombo
montado en su casa. También la impenetrable señora Von der Leyen la considera
como susceptible de ser tenida en cuenta. No digamos los Populares europeos, de
los que los nuestros forman parte, aunque sea Vox quien es aliado en el mismo
grupo del Parlamento Europeo; un grupo que aún tiene a su derecha, a los que
serían los auténticos ultras según el arco parlamentario, los de la señora Lepén,
los de la Liga de Salvini, y los temibles de la Alianza por Alemania.
Es una situación curiosa, aunque no novedosa, en cuanto que
las apreturas que las encuestas auguran para el nuevo Parlamento de Estrasburgo
señalan la necesidad de negociaciones a múltiples bandas para llegar a acuerdos
sólidos y duraderos. De ahí el imperativo de contar con la señora Meloni, a
quien la obligación de repartir trigo una vez acabado el tiempo de la prédica parece
haber suavizado el perfil político, llevándola a posiciones menos radicales de
las que prometía; algo llamativo en relación con quien nos gobierna en España
que, atenazado por la diversidad y radicalidad de sus socios, parece surfear
desde la socialdemocracia hasta la izquierda populista radical de hoy. Ye lo
que hay.
Raúl Suevos
A 27 de mayo de 2024
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