Sin Lengua no hay paraiso
Esta semana pasada, durante el acto central de la Semana de
las Letras Asturianas, el presidente de la Academia de la Llingua, Xosé Antón
González Riaño, lanzó un potente órdago a la presidencia del Principado, y, en
general, a todas las fuerzas políticas de la región, en relación con la
necesidad de alcanzar consensos que nos permitan avanzar en la defensa y
potenciación de la lengua tradicional de Asturias, la Llingua.
Era un acto, el del Campoamor, que contaba con la presencia
de las autoridades de los partidos en los palcos del mismo, particularmente con
los dos fundamentales, Queipo y Barbón, aunque protagonistas también eran mis dos
queridos profesores de la UABRA, Claudia Menéndez y Pablo Rodríguez Medina,
nombrados académicos de número de la Academia, y con muchos años por delante
para seguir aportando en el estudio y recuperación de nuestra lengua y
tradiciones.
Fue Antón, como siempre, muy medido en sus palabras, nadie
podrá acusarlo de rompedor o faltón en sus manifestaciones a lo largo de su
mandato. Es consciente de la función subordinada de su institución, y por ello
apela siempre a la comprensión de los políticos, auténticos responsables de los
avances y parones en la cuestión lingüística asturiana.
En el cincuentenario de la aparición de Conceyu Bable, al que
Antón pagó tributo, señaló el presidente la necesidad de avanzar en el
desarrollo de la Llingua, con base en el consenso, pues son ya muchos los años,
tantos como la Ley de Uso, en los que apenas se percibe nada nuevo, más allá de
matices cosméticos pensados para contentar a la parroquia votante, pero sin
verdadero alcance ni profundidad.
Y aquí llegamos, una vez más, a la relampagueante respuesta
del presidente del Principado, espoleado un día después por la manifestación
por la oficialidad, de cuyas soflamas pudiera deducirse que sin Oficialidad no
hay paraíso. Un Barbón que ya ha
convocado esta misma semana a los partidos políticos para encontrar una
solución ¿Consensuada? Difícilmente. El Partido Popular, padre, de la mano de
Sergio Marqués, de la Ley de Uso, ya se manifestó claramente en cuanto a la
voluntariedad de la Llingua, algo que choca con la Oficialidad, que conduce inexorablemente
al infierno lingüístico, como nos muestran las regiones que ya la tienen.
Viene una temporada, una vez más, de fútiles discusiones
sobre la Llingua, aunque espero que, al menos, sirvan para dar un empujón a la
propia Ley de Uso, que la lleve a maximizar todas sus posibilidades, a su
crecimiento, y con ella la asturianía y la conciencia de ser de sus ciudadanos,
con independencia de credos y desde la voluntariedad. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 6 de mayo de 2024
Comments
Post a Comment