Hablando de Venezuela

 

Entre el exilio español del presidente electo del país y la detención de dos pardillos de Bilbao por terrorismo, más la verborrea de nuestro inefable ministro de Exteriores, estos últimos días, el país que viera cabalgar al asturiano José Tomás Boves es pasto de las primeras páginas de la prensa. Ye lo que hay.

De Venezuela sabemos que tiene desde su mismo nacimiento una larga historia de caudillos militares. Bolívar, que cimenta su trayectoria en la traición a Miranda y la Guerra a muerte al español, dejó ver sus ideas totalitarias en sus proyectos de constitución para la Gran Colombia, Perú y Bolivia, donde se reservaba la presidencia vitalicia. Después de él vendrían muchos espadones, quedando sólo para el gobierno civil una breve época en la segunda parte del siglo XX.

Hugo Chávez llega al poder ganando unas elecciones libres, después de amnistía –grave error- tras sangriento intento de golpe previo, y en cuanto llega al Palacio de Miraflores inicia la transformación política del país, cambiando la Constitución e iniciando una larga serie de victorias electorales, de más que dudosa limpieza, que le sirven para crear, gracias al petróleo y al padrinazgo político de Fidel Castro, el bolivarianismo, conocido como Socialismo del siglo XXI. Versión caribeña del totalitarismo marxista.

El totalitarismo es un sistema que reúne todos los poderes bajo la égida de un partido político o caudillo, véase Cuba, controlando también las relaciones sociales por medio de la ideología oficial. En el caso bolivariano muchos fueron los esfuerzos del chavismo para lograrlo, y si no lo consiguieron no fue por la emigración de millones de venezolanos, la miseria económica del país y la persecución de cualquier tipo de oposición. 

¿Cómo hacerlo desde la democracia? Mediante un proceso de anulación de los poderes del estado. El ejecutivo le pertenece por definición; al legislativo, si no se cuenta con votos suficientes, se le impide legislar y controlar al ejecutivo; en el judicial se colocan jueces afines en unos casos, y se les amenaza en otros; al cuarto poder, la prensa, se le acosa o compra hasta someterlo y, al “quinto”, las Fuerzas Armadas, se le asocia hasta convertirlo en cómplice; finalmente, a los votantes se les seduce con subsidios que allí llaman misiones. El resultado de todo esto es la destrucción y ruina del estado y la conversión del sistema político en simple tiranía.

Desde España esto se contemplaba como algo lejano, ajeno a nosotros, pero la realidad es la que es, y, observando el espejo, vemos que ya avanzamos hasta el control de la prensa, último escalón, puesto que las Fuerzas Armadas aquí están a lo suyo, la defensa del país.

Venezuela, el libro que nos lo cuenta.

Raúl Suevos

A 18 de septiembre de 2024

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot

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