Democratura

 

Es un palabro, en fino neologismo, de fácil comprensión. Se compone en porcentajes variables de democracia y dictadura, y sin mucha investigación es fácil percatarse que viene a expresar la transición en el poder ejecutivo, al que se llega por medios democráticos pero, posterior y sistemáticamente, evoluciona apoderándose de los otros poderes, legislativo, y sobre todo el judicial, para imponer el propio criterio con carácter cuasi dictatorial. Y no señalo a nadie.

El nominativo me ha llegado inopinadamente. No lo conocía, e, investigando, su paternidad es debida a Adam Michnik, premio Princesa de Asturias hace un par de años, y más chocante, premio Ortega y Gasset, otorgado por el País, y señalo esto último porque, el que fuera faro periodístico de la Transición, se ha convertido actualmente en lacayo del poder, con todo lo que ello supone para un medio de prensa.

En todo caso, a mi me gusta más el termino Cesarismo Democrático, desarrollado por el venezolano Laureano Vallenilla allá por el lejando 1919, y que si hoy resucitase, al ver a su país, se volvería corriendo a la tumba. Pero, la democratura, en todo caso, me saltó en un artículo que no hablaba de hace un siglo, tampoco de Venezuela, sino de España, y tampoco de la del caudillo Franco, tachada de dictablanda en su fase finalista. El artículo trataba de describir la actual situación española, a la que veía con claras y evidentes disfuncionalidades, y con una vergonzosa tendencia en el ejecutivo –al menos en comparación con nuestros pares europeos- hacia el cesarismo o la dictadura.

Y es que, en nuestro caso, se dan ya todos los indicadores en lo relativo al control y obediencia de los otros poderes, con la salvedad o característica particular de la imputación de los allegados del presidente del gobierno, algo que ni con Franco sucedía, donde los escándalos solían llegar de la mano de la tendencia al furtivismo cinegético del nietísimo. Y es que lo de la señora del presidente, por lo que se va sabiendo, contiene tremendas similitudes con lo que hacía la difunta señora de Ceascescu en el ámbito universitario rumano. ¡Señor¡

Ahora entramos en un nuevo capítulo de la democratura. El encargado de perseguir los delitos, el fiscal general del estado, es perseguido por el Tribunal Supremo por eso, por delinquir, en este caso por divulgar secretos, lo que supondrá, posiblemente, la anulación del sumario del “novísimo” -de novio- por indefensión. Veremos.

Y no pasa nada, el tipo, el fiscal, ahí sigue, enrocado, porque se sabe respaldado por el líder, ese que llaman Uno, para disgusto mayúsculo de mi amigo Salva, que ve como la España de sus nietos se parece cada vez más a aquella Rumania, o a esta Venezuela. Ye lo que hay.

Raúl Suevos

A 17 de octubre de 2024

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com

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