El mensaje de la Castellana

 

Regaba hoy media España una borrasca atlántica entrada por el suroeste, para regocijo de la agricultura nacional y llanto de otra parte de ella. En Zaragoza y Madrid, día grande institucional pasado por agua, y es que la gran Ofrenda de flores a la Virgen del Pilar que protagonizan los aragoneses se ha visto remojada a lo largo de toda la mañana con auténtica profusión, si bien ha sido en el madrileño Paseo de la Castellana donde se ha visto y vivido el diluvio masivo durante el desfile de las Fuerzas Armadas, Guardia Civil y servicios de protección civil.

Es un día que últimamente viene marcado con elementos numéricos, de un lado los decibelios que el paisanaje otorga al presidente de gobierno, crecientes, y del otro los metros a los que la organización pone al público en general, también en aumento. Pero este año pasará al recuerdo por la cantidad de litros caídos justo en el momento que desfilaban las tropas a pie. Una auténtica cortina de agua que por un momento parecía capaz de suspender el acto, si bien, y con acierto del mando, el asunto ha tirado para adelante, con unos uniformes cargados con los litros de agua que los empapaban de arriba abajo, y el chapoteo de zapatos y botas en las balsas de la magna avenida. Hasta los legionarios se han visto obligados a amansar su paso, faltos de los tambores con los parches ablandados por el agua, y los vistosos plumeros de los Ros, que otros años lucían hermosos con el paso del personal, hoy desaparecían precavidamente bajo las fundas de agua de los cubrecabezas. Sólo los charolados tricornios relucían como siempre. Ye lo que hay.

A mí me ha gustado ver, desde la comodidad del salón, la escena, pues en ella he creído vislumbrar un mensaje no premeditado por parte de nuestras Fuerzas Armadas, el de “ese Ejército que ves, vago al yelo y al calor” que cantara don Pedro Calderón de la Barca, ese que hoy se pretende heredero de aquellos Tercios, desde la humildad de su actual condición, pero que siempre está dispuesto a ir a donde el gobierno de la nación considere, y si ya entonces “no adornaba el vestido al pecho”, tampoco lo quieren hacer hoy sus hombres y mujeres, bajo la atenta mirada de un rey, que representa el presente de España, a quién secundaba una Princesa de Asturias que anuncia el futuro con su uniforme de guardiamarina.

Lejos esa imagen de la del besamanos posterior en Palacio Real, en la que podemos ver a una España de oropel que no sé yo si nos representa tan bien como los empapados uniformes de nuestros militares.

Raúl Suevos

A 12 de octubre de 2024

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com

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