El mundo de Sofía
Los títulos, a veces, llevan a engaño. En este caso alguien
puede creer que estoy pensando en el mundo en el que la Infanta se desenvuelve
en su colegio en el extranjero, o el más recóndito y conspicuo de su egregia
abuela, que tampoco, porque en esta oportunidad el referente es un afamado libro de
autor noruego, Jostein Gaarder, que monta una ligera trama novelesca para, a
través de ella, acercar la filosofía occidental a los adolescentes de su país.
El objetivo fracasó, pues no fueron los adolescentes sus lectores
sino los adultos de más de sesenta países quienes abrazaron la trama, en la que
un comandante de los cascos azules desplegados en el Líbano cumplía un papel de engarzador de historias a
través de sus cartas. Y es ahí, en el país de los cedros, donde volvemos a
estar, aunque esta vez no son los noruegos sino los españoles los
protagonistas.
Y es que, tras la abandonar la coalición de la Segunda Guerra
de Iraq sin aviso previo, y a toda la velocidad que nuestra logística fue
capaz, sin que nadie los felicitase, por cierto, nuestro prestigio entre los
aliados cayó a niveles nunca antes conocidos, lo que llevaría al presidente que
entonces nos gobernaba, creador del Pensamiento Bambi según Gustavo Bueno, a
buscar una compensación con la creación de la nunca suficientemente comprendida
Alianza de civilizaciones, y, para lo que nos ocupa, el envío de una
Agrupación española a sustituir a los noruegos en Líbano, que ya estaban hasta
el moño de perder el tiempo, y recursos, en aquella tierra.
Y allí seguimos, en medio de la trifulca, perfectamente
inoperantes pese a lo que diga la ministra, con un Hezbollah al que se permitió mantener las armas tras los
últimos acuerdos de paz interna en el país, y sólo hasta que se formase de
nuevo el ejército libanes, pero que lejos de ello se ha convertido en la mayor
organización terrorista existente en la actualidad, mayor que Hamás, tan mortífera como el Estado Islámico.
De retirada de los cascos azules ha comenzado a hablar la italiana Georgia Meloni, que allí tiene más incluso que nosotros, y que tampoco ve el
sentido de mantenerlos, si bien nuestro gobierno, al que se le llena la boca de
paz en estas ocasiones, prefiere que los nuestros sigan allí, cobijados en los
búnkeres, porque, como siempre, piensan que eso nos da prestigio, si bien, como
los hechos y los años han ido mostrando, de nada sirve nuestra presencia, ONU,
más allá de servir de blanco de esporádicos atentados o cañonazos de las
partes, que a veces se llevan por delante la vida de los nuestros, para nada. Ye lo que
hay.
Raúl Suevos
A 2 de octubre de 2024
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