La realidad trumpista de las relaciones internacionales
Ayer, organizada por el club Rotario en el Gran Hotel de Zaragoza, asistí a una conferencia magnífica sobre geopolítica a cargo del teniente general Gan, retirado, condición esta que le añadía un plus de interés, pues como es sabido, cuando alcanzan esa venerable condición, los militares recuperan todos sus derechos civiles, particularmente el de expresión, totalmente restringido mientras están en activo o reserva.
El repaso que dio el general a las diferentes áreas del mundo, y la prospectiva inherente a ellas, dentro de lo escaso de su tiempo, y todo ello salpicado con medidos granos de pimienta, me dio la impresión, por los comentarios oídos a la salida, que dejó un poco de congoja en el ánimo de los asistentes, asustados por la imagen de un mundo en equilibrio inestable y en el que la España actual no se presenta como especialmente preparada. Ye lo que hay.
El general no contaba con tiempo para explicarles con crudeza que el mundo, los estados, funcionan, aunque no lo reconozcan por aquello de lo políticamente correcto, salvo Donald Trump, bajo la teoría realista de las relaciones internacionales, asunto muy estudiado ya desde los tiempos de Tucídides y su Guerra del Peloponeso, y que consiste pura y simplemente en una lucha constante por la supremacía del propio estado, generalmente pese o a costa de otros, más o menos preparados para crecer y prevalecer en ese entorno hostil que representa el mundo.
Describió con claridad la multipolaridad actual con tendencia hacia dos hegémones, USA y China, a cuya sombra el resto deberá, quiera o no, cobijarse, y nos dejó, a los europeos, con la inquietud de vislumbrar hacia donde ira el presidente electo de los USA en la cuestión ucraniana –no hay que fiarse de los programas electorales, ya lo saben ustedes- pues esa decisión tendrá indudables repercusiones para nosotros.
Y es que ahí, en ese nosotros, Europa, es donde creo que reside la clave de la bóveda de nuestro futuro próximo. Una Europa que necesita imperiosamente correr, si no galopar, hacia su integración como unidad política federal, pero que se encuentra con sus dos campeones, Francia y Alemania, en el momento más bajo de los últimos años; un Reino Unido que sólo aspira a comparsa de sus antiguas colonias americanas, y, para pasmo de muchos, una Italia con un gobierno tripartito pero de longevidad y estabilidad pasmosa para los estándares del país, y con una líder capaz de relacionarse con diestra y siniestra, hasta con el hipermagnate Musk, y servir como posible nexo entre unos y otros.
Europa necesita más Europa. Si Trump juega la carta de la bilateralidad con los europeos, y estos entran al juego, estamos acabados. Nosotros ya lo estamos.
Raúl Suevos
A 13 de noviembre de 2024
Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com
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