Siria, primer triunfo de Trump

 

En pleno fin de semana, en el caso español en medio del superpuente del año, es difícil encontrar análisis de lo sucedido en Siria, donde en la madrugada del domingo el último de los Al-Assad, Bachar, ha tomado las de Villadiego, si bien en su caso, la ubicación retórica de la villa castellana está aún por dilucidar. En todo caso hay algunos aspectos que se prestan a un comentario rápido sin temor a equivocarse.

El adjudicarle el triunfo al señor Trump, que ni siquiera ha tomado posesión de su sillón presidencial, y que ayer se encontraba disfrutando de su condición de Cesar en París, tiene su explicación en los Acuerdos de Abraham, por él auspiciados al final de su anterior mandato, y que llevaron a cuatro países sunitas, esto es importante, Marruecos, Sudan, Emiratos árabes y Bahréin, a modificar sus relaciones con Israel, orillando con ello a los palestinos, y dejando la puerta abierta en fase posterior a ampliar los acuerdos a Arabia Saudí y alguno más.

Todo el alambicado proceso se inscribía en la lucha a muerte que desde tiempo inmemorial llevan a cabo las dos creencias principales del Islam, la chiita y la sunita, con Irán y Arabia Saudita como sus cabeceras religiosas y políticas, y, además, pujantes potencias regionales. Una lucha en la que la masacre terrorista llevada cabo por Hamas en Israel no fue más que una orquestada escaramuza, con sangrientas y duraderas consecuencias como podemos apreciar casi a diario.

En esta milenaria batalla, Alí fue asesinado en el 661, Siria, mosaico de etnias y creencias, es una pieza más que sufre la durísima dictadura de la familia Al-Assad, de confesión alauita, 12%, y por lo tanto chiita, desde 1970, si bien la mayoría de la población es sunita, y los kurdos suponen un gran poder con sus propias milicias. A ellos hay que añadir la Oposición, alzada hace ya 13 años, y de composición heterogénea, con Al-Qaeda y Daesh, entre sus componentes.

Turquía ocupa parte del país. Estados Unidos mantiene su apoyo, palabra de múltiples connotaciones, a los kurdos. Irán apoyaba a Al-Assad y usaba el territorio como vía para apoyar a Hamas y Hezbollah. Jordania observa todo con atención y aprensión, por lo que pueda venir. Y desde los Altos del Golan Israel no pierde detalle de todo lo que sucede, como siempre, y como en todo Oriente Medio. Y nos queda Rusia, la de Putin, que está a punto de quedarse sin su base naval de Tartus, la única en el Mediterráneo, y retirando fuerzas y pertrechos a toda velocidad. ¿Aceptará Erdogán su paso por los Dardanelos?

Veremos que sale de este lio pero, de entrada, es un triunfo para Trump y para Netanyahu.

Raúl Suevos

A 8 de diciembre de 2024

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com

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