No puede suceder aquí

 

Dicho así queda mucho espacio para la imaginación. Son tantas, infinitas, las situaciones en las que podemos pensar; incluso el aquí puede ser aplicado a múltiples lugares, pero la realidad que se esconde tras esa frase es la del título de una vieja novela, tanto como del año 1935, cuando un laureado autor, premio Nobel de literatura en 1930, primero entre los escritores yanquis en lograrlo y de nombre Sinclair Lewis, decidió escribir un relato distópico que alertase a sus conciudadanos sobre lo que estaba sucediendo en la vieja Europa, donde el fascismo de Mussolini y el nazismo de Adolph Hitler se habían hecho con el poder y estaban en plena transformación de la sociedad. 

La novela, cuyo título original es It can’t happen here, puede adquirirse por unos pocos euros en la empresa del tipo que ha llevado a lo más alto del cielo, que no al espacio, al intrépido Jesús Calleja, y en ella cuenta una historia, recuerden que sólo es ficción, en la que un tipo le gana la nominación a Franklin Délano Roosevelt, es decir, un demócrata, porque el populismo no tiene color, prometiendo, aquí conviene sujetarse al sillón, devolver la prosperidad y la grandeza a América, acabar con el crimen y la violencia que traen los emigrantes, también con las mentiras de la prensa, y devolver la dignidad a los olvidados recuperando los auténticos valores americanos.

No había redes ni televisión entonces, pero las campañas electorales ya eran muy sensibles a los discursos populistas, aunque el autor no cuenta que por aquel tiempo los dos grandes partidos contaban con un comité de sabios, eliminado en los años sesenta, que podía descartar un candidato aunque ganase las primarias, algo que ocurrió en varias ocasiones ante el peligro para la democracia que pronosticaban algunos candidatos.

Después, ya en la presidencia, el nuevo líder, recorta el poder del Congreso, persigue a sus rivales políticos desde el ministerio de justicia, nombra jueces afines para los distintos tribunales, pone al frente del gobierno a hombres de negocios afines a su persona, y, finalmente, crea una milicia armada que responde sólo a sus designios. Todo ello con los aplausos iniciales del pueblo norteamericano que, para cuando quiere reaccionar, se encuentra viviendo en una dictadura de tipo fascista, o chavista si ustedes prefieren, o castrista, o putinista, da igual, una dictadura.

La historia no tiene final feliz, pues acaba en guerra civil; y si la obra fue reeditada con ocasión de la primera presidencia de Trump, no parece, vistos los resultados actuales, que mucha gente la comprase o la leyese, pero, el corolario es que todo puede suceder. Ningún país, tampoco el nuestro, está a salvo.  

Raúl Suevos

A 3 de febrero de 2025

Traducción en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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