Non poteva non sapere

En la primavera de 1992 se inició una revolución en Italia que se llevó por delante a todos los partidos políticos de la época, algunos de histórica resonancia, como el Partido socialista, el Comunista o la Democracia cristiana. Hoy, si ustedes se fijan, ninguno de ellos existe en el país que inventó el Renacimiento. En España apenas prestamos atención al principio. Estábamos como locos con aquello de la Olimpiada, pero el asunto italiano, al que allí dieron el nombre de Tangentópolis, en referencia a la ciudad dónde todo se cocía, Milán, y donde un grupo de procuradores -una figura que aúna nuestra fiscalía e instrucción, pero independiente, no como quiere hacer el señor Bolaños- desencadenó un infierno legal con 5000 personas investigadas, 1200 condenados entre empresarios y políticos, y una treintena de suicidios, con Raúl Gardini, el propietario de “Il moro di Venezia”, desafiante de la Copa América, como más notorio entre ellos. En un cierto punto, en el que la campaña...