Refutando a los refutadores

 

Confieso que, por pudor, no me he atrevido a poner el título que correspondía realmente, “Refutación de la refutación”, al-Tahafut al-tahafut en árabe, del discurso-ensayo que desarrolló el gran Averroes para contestar, y refutar, aquel Tahafut al-falasifa, o lo que es lo mismo, Refutación de la filosofía, que publicó en 1091 el más famoso de los teólogos islámicos, Al Ghazalli, en el que ponía a parir a Avicena, y de paso a Aristóteles y Platón.

La obra de Averroes, su traducción en español, duerme a la espera de que alguien la publique en un archivo familiar de Pola de Siero, donde la dejó su autor, el olvidado coronel capellán don Carlos Quirós, y en ella el filósofo cordobés derriba toda la construcción intelectual de al Ghazalli, muy ortodoxa y beneficiosa para los presupuestos del poder. El asunto le costaría el destierro al cordobés cuando los Almohades, los yihadistas de la época, llegaron a Al Andalus. Ye lo que hay.

Los refutadores de hoy, los ghazallis, en mi opinión y al socaire de los sucesos de Torre Pacheco, son los que se empeñan en quitar importancia a las algaradas achacándolas a interesados grupos de ultras, como los que en Paiporta atacaron al doctor Sánchez supongo, al tiempo que cantan las excelencias y la necesidad de aceptar el multiculturalismo, utilizando este neologismo para ocultar que los problemas de convivencia que se dan en Europa, y por tanto en España, se producen sólo con una cultura, el Islam.

No existen problemas de convivencia con los grupos procedentes de Asia, o de Hispanoamérica, tampoco con los del África subsahariana, salvo si son de confesión islámica, pese a que como todos los grupos emigrantes en la historia tienen tendencia al agrupamiento en barrios específicos donde cuentan, o creen contar, con redes de apoyo cultural. Sus problemáticas, cuando se dan, lo son de carácter delictivo tradicional, y tratados por policía y jueces, como corresponde.

Estos ghazallis modernos, interesados ellos, no ven más allá de los posibles votos, y la mano de obra barata, y olvidan que el Islam es una religión universalista, beligerante y violenta ya desde la toma de Jáibar en el 628 y el posterior degüello de los varones judíos y la esclavitud de sus mujeres; no comprenden que ante la tremenda cohesión que presenta su cultura los sistemas democráticos representativos muestran una debilidad estructural que será aprovechada pasado un tiempo; no entienden, en el caso español, que las banlieues francesas y los barrios sellados suecos nos avisan de lo que viene; no comprenden que, más allá de lo políticamente correcto, hay que desarrollar políticas que pongan coto a la emigración descontrolada y a las naturalizaciones regaladas. O preparar el cuello, como nos avisaron los muchachos de la Rambla de Barcelona.

Raúl Suevos

A 19 de julio de 2025

Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com


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