De los Sudetes al Donbass
En septiembre de 1938 se firmaron aquellos vergonzosos acuerdos en los que la Alemania de Hitler se apropiaba de la región checoslovaca de los Sudetes, con una gran población de origen alemán, y el “negocio” lo lideraba Chamberlain, el jefe de gobierno británico, aún imperio por aquel entonces, y lo acompañaban, en su genuflexión ante Adolph, Francia e Italia. Tampoco contaba nada la España de aquel periodo.
Hitler juró que no tenía más apetito territorial, pues en marzo se había llevado a cabo el Anschluss, la unión supuestamente pacífica con Austria, y los europeos se fueron satisfechos para casa. Los checoslovacos, que no habían sido invitados a la reunión, a diferencia de Zelensky, perdieron las costosas defensas, al estilo de la francesa Línea Maginot, que llevaban años construyendo, y que, con su ejército de un millón de hombres y preparadísimo, podían haber frenado a la Wehrmacht alemana.
En marzo del 39 las tropas alemanas entraron y ocuparon Checoslovaquia sin apenas resistencia en dos días. No había defensa posible sin su línea defensiva. Y el magnífico ejército fue purgado y después incorporado al alemán, que el primero de septiembre del 39 invadía Polonia. Dos días después se iniciaba oficialmente la Segunda Guerra Mundial.
En el Donbass Ucrania tiene, aparte de sus mayores riquezas geológicas, su fortaleza defensiva, construida costosamente desde la encubierta invasión rusa del 2014. Allí, a base de profundas trincheras, fortines y ciudades fortificadas, los heroicos combatientes ucranianos han parado a las hordas rusas, infringiéndoles más de un millón de bajas de combate en los casi tres años de guerra. Más allá de esta línea sólo quedan llanuras, casi imposibles de defender, como ocurría en Checoslovaquia. No se debe ceder esta línea.
La situación actual es similar al 38, con un Trump en el papel de Chamberlain, y los líderes europeos, como entonces, de comparsas. Y de nuevo hay un personaje ominoso, en este caso Putin, que ofrece garantías de paz, después de innumerables incumplimientos, con el Memorándum de Budapest en primer lugar. Y otra vez el riesgo que corre Europa es el de verse comprometida a medio o corto plazo, tan corto como Putin, al que presiona su edad, recupere la economía de su país y las fuerzas de su ejército.
Si en el 38 se descubrió que Chamberlain era un fantoche, que dimitiría meses después, ahora tenemos a un Trump que es, posiblemente, el peor presidente de los Estados Unidos, algo que, desde la Primera Guerra Mundial, afecta directamente al resto del mundo, y a Europa particularmente. Y ante esta situación a los europeos, a nuestros líderes, sólo nos cabe hacer bloque en el apoyo sin fisuras a Ucrania. No más Sudetes.
Raúl Suevos
A 19 de agosto de 2025
Traducción en asturianu en abellugunelcamin.blogspot.com
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