Las barbas de François Bayrou
La segunda presidencia de Emmanuel Macron está siendo aún más complicada que la primera, y los hechos cantan. Desde su inicio en mayo del 22 ya son cuatro los jefes de gobierno por él nombrados, sin que ninguno logre mantenerse más allá de unos meses, haciendo que Francia se parezca cada vez más a la Italia de antes; mientras Giorgia Meloni nos lleva a recordar a la Francia del general De Gaulle. Ye lo que hay.
La Asamblea francesa está más dividida que nuestro Congreso de diputados, que ya es decir, con la diferencia de que Macron no está dispuesto a transaccionar con la oposición a costa de sus principios –el presidente francés parece tenerlos-, y las sucesivas derrotas en la Cámara le llevan a nombrar nuevos gobiernos en la esperanza de dar con la tecla que le permita acabar su quinquenio presidencial sin convocar elecciones anticipadas.
El actual jefe de gobierno, como le sucedió al anterior, Barnier, asume que los gastos, muy superiores a los ingresos, son inasumibles. El servicio de la Deuda, es decir, el pago anual de intereses, alcanzará este año los 55.000 millones de euros, y subiendo –nosotros 40.000 millones, pero al doctor Sánchez no parece preocuparle-, lo que ha llevado a Bayrou a proponer unos presupuestos con grandes recortes en subsidios, días festivos, copago sanitario, y asuntos varios, lo que parece haber puesto a toda la oposición pie en pared, con la idea de provocar su caída, y quizás elecciones.
Es aquí cuando me viene a la cabeza aquello de “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Y es que Francia, con un estado hipertrofiado y en algunos aspectos obsoleto, pero mucho más rica que nuestra querida España, se ve abocada a cambiar ruta, o al menos eso cree Bayrou, y aquí seguimos endeudándonos con la alegría de un nuevo rico; al parecer porque nuestro PIB, un indicador relativo que no muestra la realidad de la vida del ciudadano de a pie, va bien. Nadie parece ser consciente de que la Deuda, esa que cada día sigue creciendo desmesuradamente, habrá que pagarla en algún momento, y que, si no salen las cuentas, nos arriesgamos a acabar como los griegos tras los fastos de la Olimpiada, con diez años de medidas de ahorro a todos los niveles, desde la educación a la sanidad, pasando, por supuesto, por las pensiones y los impuestos.
No sé cómo acabará Bayrou, pero lo cierto es que los franceses, pase lo que pase, no podrán decir que no estaban avisados, y esta vez no podrán acudir a su “grandeur”, en esta ocasión tendrán que ponerse la pilas. Y más vale que nosotros también.
Raúl Suevos
A 30 de agosto de 2025
Traducción en asturianu en abellugunelcamin.blogspot.com
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