Ventresca 2025

 

El 5 de agosto, para mi mujer y para mí, representa un hito vital común que intentamos festejar todos los años, aunque no siempre, por distintas razones, lo conseguimos. Al final, con el paso de los años, la actividad, por repetitiva en cuanto a los lugares, o mejor cabría decir, en cuanto al restaurante, ha ido convirtiéndose en casi un rito matrimonial.

La fecha, a la entrada de la Semanona, y en plena quincena grande, o lo que los italianos llaman ferragosto, no es el mejor momento para esperar recibir un servicio extraordinario, pero como es el calendario el que nos impone el evento nosotros llevamos muchos años repitiendo, y ello nos da una base bastante buena para ver la evolución que la propia ciudad, sus gentes, y sus negocios han ido sufriendo.

Yo tomé mis primeros vinos en aquella Perla del Cantábrico, que junto con la Taberna gallega de Carril, prácticamente completaban la totalidad de lo que ahora es una enorme, ruidosa, y por momentos agobiante, ruta de vinos. También, además de las masas de personal que en ella pululan, los precios han ido subiendo, diría yo que ampliamente por encima del índice de precios, pero como el alterne nos puede, y visto el éxito de la fórmula, cabe afirmar sin temor a equivocarse que playos y visitantes apoyan la moción. Ayer a las nueve de la noche no se podía caminar.

Para la cena, repetimos desde hace años, pese al cambio de propiedad y ampliación del nombre, la casa que se supone trajo la ventresca a nuestro Gijón del alma, en el barrio alto; y podemos afirmar que no ha perdido clientela en estos años, al contrario, hoy es impensable, supongo que como en casi todo el centro, pretender asiento sin contar con una reserva previa, y este éxito continuado tiene un precio a pagar para el cliente.

Ayer los tiempos nos hacían ver que faltaba un camarero, y puede que en cocina también hubiera al menos un pinche descontado si tenemos en cuenta que tanto las zamburiñas como la mítica ventresca habían sido retiradas del fuego los suficientes segundos antes como para que no estuviesen suficientemente hechas, y el tradicional pisto que antaño acompañaba al plato hoy va a parte en la carta. A ello cabría añadir que, si bien los precios han ido subiendo muy moderadamente en los últimos cinco años, la ventresca de ayer sólo era la mitad de la de entonces, algo que a mí, por aquello de la edad, me conviene, pero que no creo que a un paisano en pleno vigor le produzca el mismo sentimiento. Ye lo que hay.

Queda aún el paseo gastro de la Semanona. Hablaremos después.

Raúl Suevos

A 6 de agosto de 2025

Traducción en asturianu en abellugunelcamin.blogspot.com


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