Putin necesita a la OTAN
No hay nada como el miedo para controlar la mente y el corazón de las masas. Los historiadores nos han dado cuenta pormenorizada –quizás el mejor ejemplo sea la Guerra del Peloponeso- de cómo ese sentimiento modula y en su caso encamina la opinión de las multitudes, a veces acertadamente, y en la mayoría de las ocasiones, tramite los demagogos del momento, hacía la ruina del país; como le sucedió a la Atenas de Pericles.
A esa gestión de la mente colectiva los politólogos le llaman dominar el relato, y los militares usan en su lugar el “dominio cognitivo”, y ellos, como especialistas en el arte de la guerra, afirman que es ahí, en ese dominio, desde antes de que comiencen las hostilidades, donde se empiezan a ganar las guerras. Pero también afirman, esos mismos especialistas, que es muy fácil iniciar una guerra, decisión que compete al ámbito de lo político, y muy difícil acabarla, también responsabilidad de los mismos. Eso lo está aprendiendo bien Vladimir Putin.
Lo de Ucrania lo venía preparando el antiguo espía soviético desde antes del 2014, cuando con unidades sin insignias distintivas anexionó Crimea y ocupó gran parte del Donbass, derribando de paso un avión holandés con 400 pasajeros a bordo. Había atesorado ingentes cantidades para financiar el actual intento de ocupación de Crimea y compensar las pérdidas que las sanciones económicas supondrían, pero no calculó bien la duración, porque no contó con el heroísmo ucraniano y el apoyo medido de Occidente en estos tres años de enfrentamiento.
Hoy Vladimir tiene un millón cien mil bajas de combate sobre la mesa, tres cientos mil muertos comprobados; su economía, mayoritariamente de carácter extractivo, se cae a pedazos por efecto de las sanciones y los drones ucranianos que golpean infraestructuras en lugar de poblaciones. Sólo China e India le compran su disminuida producción, a precios de saldo. Rusia está a punto de caer, pero Vladimir no sabe como vendérselo, no ya a su población, de carácter bovino, sino a los oligarcas que hasta el momento lo sostienen y perciben como su tinglado está a punto de desmoronarse. No sabe cómo presentar una no victoria que suena a derrota.
Rusia está condenada como potencia regional a medio plazo, Azerbaiyán, Irán y las repúblicas centro asiáticas se lo recuerdan cada día, sólo su condición de potencia nuclear le da un cierto estatus, y Vladimir, más allá de la alfombra roja de Trump, ya lucha por su permanencia personal, y es ahí, en esa supervivencia, donde un encontronazo con la OTAN le ayudaría a vender un tratado de paz con Ucrania, presentándolo como fuerza mayor ante un enemigo muy superior. Ye lo que hay.
Raúl Suevos
A 20 de septiembre de 2025
Traducción en llingua asturiana en abellugunelcamin.blogspot.com
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