Trata de batas blancas en La Habana
En los tiempos del preconfinamiento -la era cristiana ya está
obsoleta- si un turista se ponía enfermo en La Habana tenía a su disposición la
clínica Cira García; perteneciente al gobierno, como todo allí, funcionaba en
régimen de estricto pago en metálico o con tarjeta, si no había seguridad de
pago no había tratamiento. Era una auténtica máquina de hacer dinero pero sus
sanitarios, médicos y enfermeras, pertenecían al Sistema Nacional de sanidad y, por lo
tanto, cobraban lo mismo que el resto de sus colegas en Cuba, es decir, unos 18
dólares mensuales en el 2011 y unos 30
hoy. Algún cirujano conocí que completaba las necesidades familiares trabajando
el turno nocturno de alguna paladar, los restaurantes familiares de tanto éxito
allí.
La medicina cubana, junto con la enseñanza, son las dos joyas
de la revolución cubana pero ambas, desde el 89 cuando cae el Muro de Berlín,
están en franca decadencia. Los enseñantes hace tiempo que mercadean con los
exámenes y los médicos empezaron hace años a caminar por la senda
revolucionaria de la cooperación con países en desarrollo al principio, y
procuradores de divisas desde hace ya unos años.
En los buenos tiempos, cuando los soviéticos sostenían la
revolución, Cuba pagaba enviando a sus jóvenes a combatir en las “proxy wars”
africanas, guerras por delegación, pero también médicos cooperantes, como al
Egipto de Gamal Abdel Nasser, o la Argelía de Bembella o Boumedian. Cuando
Gorbachov puso fin abruptamente a la fiesta de Fidel llegó el Periodo especial
y con él la necesidad de buscar las divisas que ya no llegaban de Moscú.
Hugo Chávez, prometedor joven cultivado por los cubanos, supuso la
resurrección económica para la isla. Hasta 35000 sanitarios fueron enviados a
Venezuela al precio de desmantelar el sistema preventivo nacional, muchos consultorios y ambulatorios quedaron sin
personal pero los bolivarianos pagaban unos 5000 dólares al mes, en petroleo, de los que el “cooperante”
sólo alcanzaba unos 200. Era un buen negocio y además, seleccionando bien,
también eran buenos informadores para la contrainteligencia y una inigualable imagen para el régimen.
En la actualidad el negocio de las batas blancas se acomoda a
los cambios de gobierno, como en Brasil, y la caída del petróleo ha cortado las
posibilidades económicas de Maduro, pero el mundo está lleno de oportunidades. Con
la llegada del coronavirus una nueva ocasión de negocio se presenta para
Cuba, sus brigadas médicas se lanzan al mundo, a buen precio, aunque en algunos lugares, como en
Andorra, y una vez comprobado su nivel de conocimientos, solo consideren su concurso en funciones de apoyo en sus hospitales. Un reciente informe de NNUU cifra en 30000 médicos en 67 países el estado actual de la explotación. https://spcommreports.ohchr.org/TMResultsBase/DownLoadPublicCommunicationFile?gId=24868
Cuba, sus brigadas médicas se lanzan al mundo, a buen precio, aunque en algunos lugares, como en
Andorra, y una vez comprobado su nivel de conocimientos, solo consideren su concurso en funciones de apoyo en sus hospitales. Un reciente informe de NNUU cifra en 30000 médicos en 67 países el estado actual de la explotación. https://spcommreports.ohchr.org/TMResultsBase/DownLoadPublicCommunicationFile?gId=24868
Mientras, en la isla, la población se esfuerza por salir
adelante en medio de la desolación revolucionaria; un nuevo periodo especial se
avecina y solo quedan las remesas de los emigrados pues los EEUU, derogada por
Obama la ley de Ajuste cubano, ya no dan la tarjeta de residente y el estrecho
de la Florida se ha quedado sin tráfico de balseros. Es muy probable que las
batas blancas cubanas, pese a todo, vayan a tener que seguir siendo un elemento
de mercadeo para la subsistencia de la revolución aunque a algunos les recuerde
a la Trata.
Raúl Suevos
A 26 de abril de 2020
Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
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